jueves, 4 de agosto de 2011

OPINIÓN… Educación, corrupción y reconocimiento

Escribe:
Zenón Depaz Toledo (*)

Ante la posibilidad de una derrota moral con el triunfo del Fujimorismo y el seguro olvido, en ese caso, de la escandalosa corrupción generada por el gobierno de Alan García, el Perú optó por el cambio, votó contra la corrupción. Esa opción abre un nuevo escenario. Por su proyección histórica, se trata de la tendencia más notable de la reciente coyuntura electoral que abarca desde las pasadas elecciones municipales hasta las presidenciales.

El juicio ciudadano sobre el saliente gobierno se efectúa, pues, desde la dimensión moral, terreno en el que se funda el reconocimiento bien entendido. Lo que de inmediato percibe la ciudadanía en Alan García es una frívola egolatría que no duda en mentir compulsivamente para afirmarse. Los hospitales inaugurados sin equipamiento y por enésima vez en una ciudad como Pisco, que continúa en ruinas, corroboran esa actitud indolente y deshonesta.

La Educación no se ha librado de ello. Al inicio de su gestión, García declaró que asumía el Proyecto Educativo Nacional (PEN) como política de Estado. Nada de lo que el PEN propone para la Educación Superior fue atendido. Por el contrario, se han extendido la estafa educativa y el descalabro institucional, culminando con la lamentable muerte de tres ciudadanos que protestaban por la irresponsable creación de nuevas universidades públicas con perjuicio de las ya existentes.

Contrariamente a lo difundido por la propaganda estatal, en la Educación Básica el panorama es similar. El PEN propone la promoción de la equidad, pero los niveles de inequidad entre la Educación urbana y la rural se han acentuado y son, según la última evaluación de UNESCO, de los mayores en América Latina. García antepuso su obsesión por las inauguraciones pomposas de colegios urbanos remodelados con arquitectura chirriante, a la atención de más del 80% de escuelas rurales, que carecen de infraestructura elemental. El porcentaje de escolares que lograron los aprendizajes básicos en esas zonas descendió del 11,6%, en el año 2009, a 7,6%, en el año 2010. Dice García que la calidad educativa en el Perú se va acercando a la de los países asiáticos. El Informe Global de Competitividad ubica a Corea y China en los primeros lugares, mientras nos asigna el puesto 133 entre 139 países evaluados.

Almorzando en un modesto restaurante de Lima, noté que sus dueños tenían dificultades para calcular cifras mayores de dos dígitos, me percaté entonces que no sabían leer. El televisor divulgaba la millonaria propaganda de García que nos declara “país libre de analfabetismo”. Sentí ganas de llorar. Valoro sobremanera que en el Perú haya triunfado el rechazo a la corrupción, pues ésta se sustenta en la mentira.

(*) Sociólogo

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