martes, 30 de agosto de 2011

OPINIÓN…Toma de mando, toma de medidas

Autor:
Gabriel Aguirre Martens (*)

El discurso del primer ministro del jueves último esclareció la ruta que pretende seguir el Gobierno a través de una gama de metas cuantificables. Es un gran punto de partida para permitir a la ciudadanía su rol fiscalizador. La capacidad de vigilancia de una ciudadanía es vital para el desarrollo saludable de una democracia. No obstante, el sistema de estadística nacional está aún muy lejos de dotar a los peruanos de las herramientas que sirvan de medidores de gobierno.


El rango de objetivos planteados por Salomón Lerner define las tareas a evaluar y los indicadores que las califican (crecimiento del PBI, pobreza, desnutrición, etc.). Cada uno más o menos importante para cada ciudadano en su evaluación del Gobierno, pero necesario para ella. Para su efectiva aplicación urge mayor claridad, accesibilidad y constancia de la estadística nacional. Algunos hechos sucedidos en los últimos meses lo evidencian.

Durante alguna inauguración, Alan García declaró al país libre de analfabetismo, sin explicar que esto solo significa superar el 2% de analfabetismo. Esto despistó a una ciudadanía que, sin tener por qué conocer el tecnicismo, entendió que no existían más analfabetos en el Perú -existen cerca de 900 mil. Es necesaria la claridad de los indicadores con los que se bombardea a la población. De persistir la ambigüedad sobre lo que se mide se obstruirá el monitoreo exacto por parte de la ciudadanía.

El mencionado incidente también evidencia que políticos y medios han adoptado el rol ajeno de fuentes de estadística, ante la brecha entre la población y la verdadera fuente de estadística nacional; el INEI. Las publicaciones del INEI deben ser más accesibles (la Encuesta Nacional de Hogares –ENAHO, solo puede descargarse con un sofisticado software estadístico), y su portal web más amigable. La interfaz del portal debe permitir a todos los peruanos a la constante y directa evaluación de su gobierno.

Además, se ha relegado la importante necesidad de contar con indicadores constantes en el tiempo, y entre países. Durante el debate presidencial, se le reprochó a Keiko Fujimori que la pobreza aumentara durante el gobierno de su padre. Sin embargo, la cifras comparadas fueron calculadas según distintas metodologías (en 1994 el INEI reemplazó la metodología Encuesta Nacional Niveles de Vida – ENNIV.  por la ENAHO). El "desliz" pudo haber influido en la decisión del desorientado electorado. Los indicadores y metodologías utilizadas deben ser constantes para permitir comparar entre gestiones y entre períodos dentro la misma gestión.

En el contexto internacional, durante años nos autoexcluimos de la posibilidad de contextualización mundial a través de los estándares internacionales PISA por temor a quedar mal parados, luego del bochornoso último lugar en el 2001. Durante ese tiempo, los peruanos no pudimos evaluar el progreso que consiguiera el Gobierno en materia de educación con respecto a otros países. En el contexto globalizado en que vivimos, la ciudadanía debe estar en capacidad de ubicar la performance relativa de su gobierno en el contexto mundial.

La estadística nacional debe ser pulida en diversos frentes para que sea una eficiente herramienta de democracia que dote de poder fiscalizador a la ciudadanía. En esta materia, el primer ministro ha sentado un importante hito en establecer metas claras y medibles para su gobierno. La efectividad con que la ciudadanía pueda monitorear su cumplimiento dependerá de la claridad, accesibilidad y constancia que ofrezca el sistema de estadística nacional. Las distintas carteras ministeriales, y principalmente el INEI, deberán cobrar un importante y activo papel en este esfuerzo.

(*) Economista

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