domingo, 28 de agosto de 2011

OPINIÓN... Vamos... vamos... vamos...

Autor:
Fritz Du Bois (*)
 
“Vamos a eliminar la desnutrición crónica infantil…vamos a doblar el acceso rural a electricidad… vamos a lograr un crecimiento no menor de 6% al año... vamos… vamos… vamos...”. De buenas intenciones está lleno el cielo, por lo que los peruanos deberíamos estar viviendo en el paraíso desde hace mucho tiempo.

En realidad, el programa del gabinete Lerner no se diferencia de los presentados por Velázquez Quesquén o Yehude Simón, por ejemplo, ya que todos hacen ofrecimientos que rara vez son cumplidos y se obtienen muy pocos de los objetivos que se han planteado. Por eso, es correcto exigirle al Gobierno que dé a conocer detalles de cómo, exactamente, esperan alcanzarlos.

Asimismo, sería adecuado que trimestralmente se presenten al Parlamento a pasar revista de cómo están avanzando. Si este Gobierno quiere lograr un verdadero cambio, lo primero sería el transparentar su accionar y rendir cuentas de sus resultados.

Sin embargo, no creemos que puedan cumplir las metas del plan que se han trazado y el motivo que nos lleva a dudar es la incapacidad del aparato estatal para implementarlo. Más aún considerando que la parte más débil del mensaje fue, justamente, la falta de una reforma del Estado.

Más bien las menciones sobre el tema que se hicieron fueron hechas mirando con añoranza a un desastroso pasado. Tal es el caso del fortalecimiento del rol empresarial del Estado, las empresas públicas en nuestro país tienen la cultura de la improvisación y precariedad, los directivos son nombrados por el mismo plazo que los ministros a cargo, no tienen verdaderos accionistas exigiendo resultados. Por ello terminan siempre convertidas en apéndices partidarios.

Así que lo único que se logrará con esa propuesta será reducir la inversión del sector privado ya que lo último que alguien quiere es tener al Estado, quien es el regulador, y también competidor. No tenemos duda que la iniciativa concluirá con una cuantiosa factura de pérdidas para los propietarios, los cuales somos todos los peruanos.

Luego vino la creación de dos ministerios aumentando la burocracia sin reducir, a cambio, ni una oficina del paquidérmico organigrama del Estado. En el caso del Ministerio de Inclusión Social este se debería fusionar con el de la Mujer ya que absorberá sus funciones y lo dejará como un cascarón, no tiene ningún sentido dejarlo operando solo para beneficio del ala radical de la coalición gubernamental.

Mientras que el de Ciencia y Tecnología no tiene ninguna razón para ser creado, hubiera bastado con un vice ministerio en el de Educación. Pero parece que alguien quiere, modestamente, tener secretarias, guardaespaldas y escolta con circulina a su disposición.

Pero el premio a la alucinación lo tiene el ofrecimiento de estatizar al Estado que es lo que se entiende del comentario de ‘desprivatizar el Estado’ (¿?). Si bien no explicaron ese planteamiento tan extraño, su resultado será, de seguro, más ineficiencia en un aparato que ya es altamente burocrático.

Por otro lado, la única luz en el oscuro túnel del Estado fue el ofrecimiento de llevar todo el gasto público a un presupuesto por resultados en cinco años, aunque parece poco ambicioso el fijarse un plazo tan largo.

En todo caso, la pregunta es por cuál de los dos caminos optará el Gobierno: El del pasado fortaleciendo empresas públicas y aumentando el tamaño del Estado –receta segura al fracaso– o el de la modernidad presupuestal fomentando el cumplimiento de metas y que se asuma responsabilidad en el aparato estatal. En la respuesta está el que se pueda o no cumplir con el vamos...vamos…vamos...

(*) Periodista - Analista Político

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