Escribe:
Ricardo Valcárcel (*)
El presidente Humala, desatinadamente, ha instalado en la agenda temas que generan incertidumbre y continuarán amodorrando las inversiones. Más aún, sorprende que no se haya referido a la crisis económica mundial y a los impactos que sufrirá el Perú por la inevitable profundización y prolongación de ese trance.
Humala trata al Perú como una isla económica. No se da cuenta que durante su gobierno habrá impactos negativos por la recesión planetaria, como reducción de precios de los recursos naturales, proteccionismo y contracción del consumo de los países desarrollados, que afectarán nuestras exportaciones, flujos de capital cambiantes que, por exceso o defecto, harán difícil nuestro manejo monetario, inflación global, de la que será difícil excluirnos, incremento de tasas de interés, que perjudicará las inversiones y el servicio de la deuda externa, y disminución de ingresos fiscales.
Humala se abstrae erróneamente de tales consideraciones cuya probabilidad de ocurrencia es muy alta. Es como aquel que planea remodelar una vivienda, sin tomar en cuenta que se viene un vendaval del exterior que le puede descomponer la casa y destruir más de lo que intenta mejorar. La evolución crítica del entorno mundial limitará nuestra posibilidad de crecer. El peligro mayor reside en que Humala se aturda y quiera afrontar el problema con un Estado más protagónico, con reglas cambiantes y absurdas, que terminaríamos pagando con la tuya y con la mía.
(*) Periodista
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