viernes, 19 de agosto de 2011

OPINIÓN…Inversión privada y desarrollo regional: Tomando el toro por las astas

Autor:
Eugenio D’Medina Lora (*)

Reconozcamos algo. No todas las regiones son iguales. Varias de ellas, requieren los soportes del gobierno central para sobrevivir, porque sus posibilidades de autogeneración de riqueza son limitadas. Pero otras regiones son privilegiadas en recursos y potencialidades. Éstas no requieren tanto soporte del gobierno central, como sí creatividad y audacia. Y decisión política clara, sin devaneos ni dudas.

Las autoridades de las regiones que poseen especiales ventajas competitivas respecto de otras, deben decidirse a aprovechar las oportunidades que la inversión privada puede generar, como socio de la gestión pública descentralizada.

Primero, el liderazgo político debe sincerar las cosas ante la población y explicarle abiertamente que sin inversión privada no será posible extender significativamente la potencialidad regional de desarrollo. Simplemente no va a alcanzar con los recursos fiscales, ni siquiera en aparentes períodos de bonanza, porque las demandas de servicios públicos y empleo son muy altas y son permanentemente crecientes. Ya se ha esperado demasiado tiempo para que "gotee" algo significativo del presupuesto central que permita las grandes transformaciones sociales.

Segundo, se hace indispensable crear y consolidar instancias de promoción de la inversión privada desde los gobiernos regionales, que deben coordinar directamente con la alta dirección y no estar sujetas ni a los vaivenes del día a día ni a las restricciones procedimentales que hacen lento el diseño, la implementación, la gestión y el seguimiento de esta clase de procesos. Procesos que requieren reflejos rápidos y elevados niveles de coordinación con empresarios, pobladores y entidades del gobierno central como el Ministerio de Economía y Finanzas o Proinversión, entre otras. De otra manera, lo cotidiano termina por absorber a lo estratégico y el gobierno regional se vuelve apagador de incendios y abdica de hacer gobierno efectivo con mirada de largo plazo.

Tercero, es importante que se promuevan modelos de inversión que sean inclusivos con la población, haciéndolos socios efectivos y coparticipándolos de los beneficios. Hay que cambiar la idea de la "responsabilidad social", que entrega migajas, por la de "capitalismo popular", que genera beneficios extendidos que la gente común pueda visualizar en la mesa del comedor. Con liderazgos regionales fuertes, es totalmente factible negociar con la empresa privada esta clase de modelos inclusivos.

Cuarto, el liderazgo político debe ser consistente, consecuente y convencido en apoyar la idea de que la inversión privada sea el émbolo que impulse el desarrollo regional hacia otra etapa. Son las tres C"s que se precisan de los gobernantes regionales: consistencia, consecuencia y convencimiento. Este elemento es crucial. Para sostener un modelo de desarrollo audaz que desacople el desarrollo regional territorial de la dinámica del crecimiento nacional, aprovechando recursos de los que están especialmente dotados, cuando ese sea el caso.

Este es el caso de Piura, privilegiada por el potencial de recursos que posee. Sin embargo, junto a esta capacidad que puede catapultar a la región a insertarla definitivamente en la globalización, coexiste una situación de postración de gran parte de su población, que configura casi un escenario de "africanización" en el que viven muchos piuranos. ¡Qué mejor ejemplo que el del acceso al agua potable y el alcantarillado!

Los nuevos aires que soplan en la conducción de Piura deben permitir dar ese paso decisivo para entregar un mensaje claro a la población. Si se quiere marcar diferencias con el pasado, hay que tomar el toro por las astas y definir el camino ejecutando acciones consistentes con los cuatro pilares de implementación de una verdadera apuesta por la inversión privada para potenciar al máximo el desarrollo piurano. De otra forma, el camino de la verdadera transformación será muy, muy difícil.

(*) Analista Político.

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