lunes, 22 de agosto de 2011

OPINION... Los grandes sueños de Piura

Autor:
Teo Zavala (*)

Soñar no cuesta nada. Y los piuranos tenemos muchos sueños. Quisiéramos tener una ciudad en donde los desagües no se rompan a cada momento, un tránsito ordenado, una ciudad segura, una agricultura rentable, agua de buena calidad, carreteras que nos conecten con la sierra, una vía costanera que nos lleve por el litoral, un hospital con capacidad para la atención de toda la población y el tratamiento de las diversas enfermedades. También nos gustaría una ciudad limpia, maestros altamente calificados, hospitales en todas las provincias, entre otras cosas.


Lamentablemente no podemos tener todo. Al menos al mismo tiempo. Sin embargo es necesario comenzar a hacer realidad todas estas ambiciones y se debe empezar por lo más urgente. Salud y educación son los sectores base para el desarrollo. Si no tenemos un hospital de calidad y personal calificado no podemos avanzar y paralelo a ello está el saneamiento y el tema educativo.

La educación permite a la persona desarrollarse y mirar el futuro con optimismo y emprender esfuerzos para mejorar. Si la persona no se desarrolla como tal, la pobreza seguirá siendo nuestro principal flagelo. Una persona educada busca mejor calidad de vida, mejora su entorno, emprende y prevé, en suma tiene las herramientas necesarias para mejorar su familia y su comunidad.

A ello se suma la seguridad. Una sociedad que vive en un clima de paz invierte en el desarrollo y mantiene un nivel de vida. Sin embargo, Piura es una ciudad violenta, en donde la gente tiene miedo de iniciar actividades económicas de riesgo, porque los asaltos se multiplican.

Bajo esta mirada, el presupuesto del 2012 tiene que estar orientado para invertirse en el desarrollo humano y sobre todo de dar oportunidades a quienes siempre estuvieron relegados. Las provincias de la Sierra han sido olvidadas por décadas, pero también algunas ciudades costeras. No se concibe que Talara y Paita sigan mendigando por agua potable.

Es necesario comenzar a trabajar en obras que beneficien a todos y sobre todo hacerlas bien. El mal que arrastramos de los últimos 30 años es la mala calidad de la obra pública y ello nos impide avanzar.

(*) Periodista.

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