domingo, 21 de agosto de 2011

OPINIÓN... El reto de la corrupción

Autor:
Armando Mendoza (*)

En el Perú, desde los años 90, sucesivos gobiernos se han mantenido fieles a una serie de dogmas, que en el resto del mundo hace tiempo fueron abandonados en favor del pragmatismo y la sensatez; pero que, sin embargo, en nuestro país han disfrutado de irracional vigencia. Uno de dichos dogmas asume que el desarrollo del país pasa por mantener al Estado debilitado y marginal, al servicio de algunas minorías privilegiadas, y de espaldas a la realidad nacional.


Creer que podemos alcanzar un desarrollo sostenible e inclusivo con un Estado débil es un absurdo de proporciones; por lo que un eje central de las políticas de gobierno 2011-2016 tiene que ser el fortalecimiento del Estado; lo cual debe de incluir, necesariamente, un esfuerzo sustancial en el campo de la lucha contra la corrupción.

La realidad es que tras décadas de ser manejado como botín por los grupos de poder económico y político, hoy en día en el estado peruano campea la corrupción. Los burócratas inamovibles; merced a algún oscuro nombramiento; los cupos políticos y redes familiares, las mafias enquistadas en todos los niveles de la administración pública; etc., son fenómenos comunes, y los escándalos por coimas y chanchullos son el pan de cada día.

Así, no sorprende que en el Perú la desilusión con la democracia y la desconfianza hacia las instituciones públicas sean sentimientos mayoritarios, pues acorde al Latinobarómetro 2010, el Perú figura en los últimos puestos en satisfacción de los ciudadanos con la democracia, lo cual tiene relación con la percepción de que el estado peruano es un ente corrompido y corruptor, al servicio de los poderosos y que no protege ni apoya al ciudadano. Más aún, acorde al mismo Latinobarómetro, apenas el 21% de los peruanos creen que se haya dado algún avance en la lucha contra la corrupción en los últimos años.

Evidentemente, el tema de la corrupción en el Estado es un problema fundamental que representa un elevado costo económico y social para el país; y que tenemos que enfrentar y combatir. El reforzamiento de la vigilancia ciudadana; el desarrollo del régimen de carrera pública basado en el mérito; el sinceramiento de planillas, la revisión de los mecanismos administrativos bajo una óptica de transparencia y rendición de cuentas; son todos pasos que deben adoptarse, si queremos una democracia funcional.

Así, el nuevo gobierno tiene ante sí un desafío clave: que al final de su quinquenio, los peruanos y peruanas podamos decir que nuestro país es menos corrupto que en el pasado, que ya no es tanta la impunidad, que el Estado es más transparente, y que, pese a todo, algunas cosas han cambiado para mejor.

(*) Periodista

No hay comentarios.:

Publicar un comentario