miércoles, 22 de agosto de 2012


 
El desafío de la integración
 

20120807-de-20gaulle-20greets-20adenauer.jpgEn su nota titulada “El modelo de Reconciliación Franco-alemán/Peruano-chileno”, el geoestratega chileno Christian Leyton exterioriza sus temores frente al negado planteamiento de amistar al Perú y Chile sobre la base de que éste sea tratado como la Alemania nazi al comenzar el periodo de post Segunda Guerra Mundial. A Leyton le preocupa que se divida a Chile en dos países ideológicamente opuestos (similar a lo ocurrido con la RFA y la RDA) como sanción por la realización de una guerra continental de expansión, conquista y exterminio, equiparable a la que inició Hitler en Europa. Ante ello, propone no importar modelos foráneos de la reconciliación porque aquello caricaturiza los esfuerzos de amistad y deslegitima los trabajos conciliatorios.
 
Los temores de Leyton son infundados. No sé dónde ha visto, leído u oído de alguna iniciativa que proponga dividir en dos el territorio de Chile y hacerlo responsable por crímenes de lesa humanidad comparables con el infausto holocausto perpetrado por el régimen nazi. Por el contrario, los esfuerzos de paz y reconciliación peruano-chilena que actualmente auspician diversas instituciones internacionales, con participación de personalidades de ambos países, parten de la premisa del futuro; es decir, buscan transformar el litigio de La Haya en “La Paz de La Haya” y tomarla como nuevo punto de partida en las relaciones bilaterales.

Por otro lado, mi tesis de conversar sobre el pasado doloroso para superarlo, que he defendido en publicaciones previas, sostiene que un esfuerzo así debe formar parte de un trabajo de la memoria, que ponga de relieve las confluencias de la historia en común (como en nuestro caso la Independencia y la Guerra con España), y desarrollarse en el marco de un proyecto mucho mayor de integración social, económica y cultural.

En su tercer argumento para diferenciarnos del modelo de reconciliación franco-alemán, Leyton habla de cómo, ante la insurgencia de los Estados Unidos de América como superpotencia mundial, Alemania y Francia ponderaron que era imprescindible unificar Europa para así potenciar el desarrollo político y económico del “viejo continente”. Para mí, ese sí es un ejemplo que debemos seguir en nuestra región.

En América del Sur, Chile es un modelo de crecimiento económico pues inició su despegue más temprano que los demás al concurrir a los mercados internacionales con una postura de libre-comercio. Desde la década de 1990 el Perú siguió sus pasos y es por eso que, junto con México y Colombia, nuestros dos países integran la Alianza del Pacífico y exponen las mejores cifras macro-económicas de América Latina. Por ello es menester trazarse la utopía de la integración regional para concurrir en mejores condiciones a los mercados globales; en este sentido, yo sí creo que debemos imitar el sueño que grandes estadistas como Charles de Gaulle y Konrad Adenauer superpusieron a una enemistad secular y a tres guerras intestinas, la de 1870, la de 1914 y la de 1939.

Yo no puedo negar la recíproca desconfianza que existe entre el Perú y Chile. En Perú creemos que Chile es un país agresivo y expansionista siempre presto a atacarnos de nuevo, y en Chile se piensa que el Perú es una potencia revanchista y conspiradora esperando siempre el mejor momento para afectar sus intereses. Por ello mismo creo fervientemente que ha llegado el momento de cambiar el rumbo de la historia y que es muy fácil ponerle piedras al camino de la integración, tanto como que transitarlo supone asumir una postura valiente y difícil que sabrán apreciar las generaciones venideras. Invito pues a Christian Leyton a asumir el alto desafío de la integración para bien de los jóvenes de hoy y las generaciones de mañana.   

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