jueves, 27 de junio de 2013

REFLEXIONES SOBRE EL PASADO DEL PERÚ

 ANOTACIONES A LA HISTORIA DE LA CORRUPCIÓN.
 

Hace poco, se publicó en español el libro del recientemente fallecido historiador nacional Alfonso Quiroz Historia de la corrupción en el Perú, en el que se analiza el tema mencionado en el título a lo largo de nuestra historia. Compartimos el acierto de la premisa principal del libro: que la corrupción ha limitado hondamente el desarrollo y progreso del país.
 
Sin duda, el trabajo es meritorio y contiene mucha información valiosa, así como fuentes inéditas, recogidas básicamente en los Estados Unidos, lugar donde residió el autor. Sin embargo, contiene también omisiones, errores y silencios, y ha basado algunas de sus afirmaciones, vinculadas con el siglo XIX, en fuentes poco confiables sin confrontar esta versión con una fuente primaria u oficial.Así, por ejemplo, se apoya en las afirmaciones del viajero alemán Heinrich Witt, quien escribió una serie de relatos sobre sus impresiones de la sociedad limeña a la que él frecuentó y con la que pretendió hacer negocios a través de la Casa Gibbs. Witt narra acontecimientos, muchas veces especulativos, que se basan en percepciones personales. Pese a ello, Quiroz los toma como única fuente, sin más prueba de lo que ocurrió, haciendo de las sospechas verdades históricas.
 
Los testimonios dejados por viajeros extranjeros son muy valiosos para construir la historia de temas diversos y como fuente de apoyo, pero tomarlos casi como única fuente para aspectos tan trascendentales como la política nacional resulta cuestionable.
 
Considera que los testimonios de Witt son tan valiosos como los de Arnaldo Márquez, González Prada o Watt Stewart. Estas afirmaciones demuestran que Quiroz desconocía la trayectoria poco honesta de Márquez, ya que lo trata de justificar, y no menciona en absoluto que fue el operador de la compra de los sobrevalorados navíos Manco Cápac y Atahualpa a través de un intermediario, Alexander Swift, quien en dicho momento ni siquiera era propietario de los mismos. Márquez también escribió el libro El Perú y la España moderna, con el único fin de exacerbar la figura del general Mariano Ignacio Prado, de quien más tarde obtuvo un cargo diplomático.
 
El autor hace una larga relación de hechos que vinculan supuestamente con personajes corruptos y califica como tal al gobierno de Juan Antonio Pezet porque tuvo un rancho en Chorrillos, olvidándose que la propiedad derivaba de la bonanza de su cónyuge.
 
Considera que dentro de la clase política dominante los políticos más rescatables y decentes fueron los civilistas, como Domingo Elías, Manuel Pardo, Francisco García Calderón, entre otros. Sin embargo, de acuerdo con lo que el mismo libro afirma, se contradice, pues estos personajes también formaron parte de los círculos de poder que muchas veces, mediante actos de corrupción, disputaron dominios y: “... no dejó de beneficiarse de los monopolios y compensaciones oficiales que comprometieron flagrantes conflictos de intereses, apadrinados por los caudillos militares a quienes apoyó en su momento.” (pág. 187)
 
Comete otro error cuando acusa alpresidente Manuel Pardo de corrupto, sindicándolo como el autor de la compra de los mencionados navíos de guerra sobrevaluados, comprados en Estados Unidos y rebautizados como Manco Cápac y Atahualpa (pp.
 
201-202). Dato equívoco ya que dichos barcos fueron comprados por el mencionado general Prado y su ministro de Guerra y Marina, Mariano Pío Cornejo, en las postrimerías de 1867 al triple de su precio real y tuvieron que ser remolcados para llegar al Perú (después de una larga travesía de 15 meses), puesto que además se trataba de embarcaciones fluviales, inservibles para la Marina de Guerra nacional (los documentos sobre el tema que hay en el Archivo de la Cancillería y el Informe de la Comisión Investigadora del Congreso de los Estados Unidos así lo demuestran).
 
A propósito de ese tema, llama la atención que no se haya referido a la inmensa corrupción que hubo durante el gobierno del general Prado, a la que además tilda de “dictadura patriótica”; olvidando voluntaria o involuntariamente las graves acusaciones y actos de corrupción que se hicieron durante sus dos gobiernos y a raíz de su fuga en plena guerra. Por el contrario, sostiene que en el lapso de los años 1869-1881, los gobiernos más corruptos fueron los de Piérola y Balta.
 
Quiroz incluso afirma que ha revisado el archivo de la Casa Grace (Universidad de Columbia, donde trabajó); sin embargo, solo rescata las cartas sobre unas compras de caballos, cuando en realidad dicho archivo contiene mucha correspondencia de negocios extraños entre Prado y los hermanos Grace. Precisamente, este archivo he consultado para mis investigaciones, y pude corroborar que en esta simple compra hubo claros indicios de tratarse de una transacción sospechosa. Por ejemplo, el autor cita la carta en la que Prado le pide a William Grace que le compre y envíe caballos al Perú, pero se ignora la carta en la que Prado le pregunta cuánto le debe; de la cual no obtiene respuesta ya que Grace no estaba dispuesto a cobrarle.En suma, la información que contienen las 60 cajas que hay en dicho archivo es sumamente vasta. Por ejemplo, existe otra carta del 9 de junio de 1879, mediante la cual Prado desde Arica le pide a Grace que le descuente una letras por 4,000 L.E. (al cambio actual, esta cifra oscila entre 333,700.00 L.E. y 5’281,000.00 L.E.) contra un banco en Londres. Esta sola carta demostraría que el viaje de Prado fue meticulosamente preparado con la complicidad de los Grace, quienes lo recibieron cuando llegó a Nueva York, el 7 de enero de 1880, en compañía de Charles R. Flint, cónsul chileno en Estados Unidos, e hicieron de traductores en una entrevista para el New York Herald al día siguiente.
 

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