jueves, 13 de junio de 2013

EN HOMENAJE AL MARTIR ALEJANDRO TABOADA CRISANTO.

CUANDO TALARA FUE SITIADA -1931-
 
 
Se trata de una historia que golpea las conciencias, es una herida abierta en los corazones de los trabajadores petroleros. Es una historia, ennoblecedora de la lucha sindicalista de un proletariado que no se adecuó a los mandatos de una empresa poderosa, acusando por aquel entonces toda la grosería y prepotencias que distinguía a los Yaquis.

Esta historia cobra mayor dimensión, a partir de la "Huelga petrolera de 1931"; con esta gesta, se escribió con sangre, lo que mas tarde llegaría a ser una poderosa herramienta sindical, que aportó la lucha de genuinos obreros consecuentes de su gran realidad: ser obreros explotados y sometidos por la miserable incondicionalidad de gobiernos entreguistas peruanos.

Decretada la Huelga que inmortalizó al mártir Alejandro Taboada Crisanto, un apenas <indio> como lo hacian llamar despectivamente los 'gringos', pusieron precio por su cabeza, la traición vino pronto, fué acorralado y victimado sin misericordia un 13 de junio de 1931. En los prolegómenos de tan hermoso gesto, protagonizado por una masa obrera conocedora de su destino, la poderosa IPCº sumando como su predilecto aliado al dictador Oscar R. Benavides, recibió la patente para someter a la población, al mas cruel vejamen, digno del sistema avasallador de la codicia y maldad.

 
En aplicación de los mas cruentos método represivos de los tiempos, 'la empresa' redactó el memorandum de la muerte para el pequeño villorrio, la población de 'chorrillos' debía ser sometida. La gendarmería, integrada por soldados con bayoneta en mano, registraban, rebuscaban incesantemente dia y noche, tratando de ubicar el paradero de los dirigentes, especialmente buscaban vivo o muerto al 'indio alejandro Taboada'.

Con especial destreza, la masa obrero en cada momento sin otorgar concesiones, distancias, debilitamientos, iba cambiando el lugar de escondite a sus dirigentes. La asombrosa estrategia desconcertando a los gringos, los obligó en aplicar la "ley marshall", la represión a fondo. "Hay que darles una buena lección a estos mugrosos cholos y pestilente", así se iban dictando las consignas pusilánimes; estos son secretos que se guardados con celo, por la invencible tradición que guardaron las generaciones de hijos y nietos de obreros caidos en esa noble lucha.

Hasta que llegó el momento cuando se tomó la decisión de provocar la intervención militar total, se decretó sitiar la población, se ordenó cortar el agua en los grifos que abastecían la barracas proletarias, se suspendió la orden de prender los mechones que alumbraban las calles, en los postes se colgaron letreros ofreciendo un recompensa de 300 libras a quienes divulgaran el paradero del lider obrero.

Talara tiene esta ofensa en su historial de lucha, porque la dictadura lo permitió y ayudó en las andanzas de la petrolera opresora. Lucho Núñez Taiman, quien guarda escrupulosamente muchos secretos del estado de sitio a Talara en 1931, revela que los muertos estaban regados en las calles de Chorrillos; por tres a cuatro dias no eran levantados, 'dejenlos que se pudran y sean devorados por canes y gallinazos', era la consigna buscando el escarmiento y obligando al resto de masa obrera a rendirse.

Hasta en el hospital de la empresa manejado por médicos y enfermeras venidas desde los Estados Yanquis, se había ordenado la restricción de la atención; partos y moribundos para entregarles el certificado de defunción, hasta allí increiblemente, se extendía la inhumanidad de los gringos. Cuentan que los cerros eran vigilados por la tropa, para evitar la fuga de las familias horrorizadas por la actitud incruenta del sistema opresor que pretendió la rendición de Talara.

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