viernes, 28 de junio de 2013

LA BELLEZA DE LA PALABRA ESCRITA

LA LITERATURA Y NOSOTROS.
 
 
Cuando leemos una obra literaria o escuchamos una narración popular sobre determinados hechos, estamos ante un producto de la literatura que no es otra cosa que la recreación subjetiva de una realidad que hace el autor del texto o el relato, usando para este fin la belleza de la palabra escrita o hablada.
No olvidemos que la literatura no surgió de la palabra escrita, como algunas personas piensan, sino de la tradición oral de los pueblos, esto es, de la palabra hablada. Palabra hablada que con el correr de los tiempos se tradujo a la palabra escrita o escritura que se inventó con posterioridad.
 
Este proceso lo podemos constatar a partir del origen hablado de la mitología griega, las leyendas sobre la aparición de los incas, así como de las enseñanzas de los grandes guías espirituales de la humanidad, como Jesús de Nazaret, Zoroastro, Mahoma, Buda, entre otros, difundidas de boca en boca hasta ser volcadas en manuscritos y, luego, en palabra impresa.
 
Es importante, también, discernir los fines que cada obra literaria tiene para lograr no solo saber leer lo que dice literalmente, sino lo que ésta connota, esto qué cosa nos dice, desde el contexto en que se escribió y qué nos dice para el contexto en el que vivimos.
 
Por ejemplo, cuando leemos “Tres tristes tigres tragan trigo” o cualquier otro trabalenguas encontramos que el texto tiene una finalidad lúdica o de motivar al juego de palabras.
 
Cuando leemos una parábola de Jesús, como la del Hijo pródigo, una fábula de Esopo o un dicho popular como: “Haz el bien sin mirar a quién” percibimos con claridad que el texto tiene una finalidad didáctica moral.
 
Finalmente, cuando leemos novelas como Redoble por Rancas, de Manuel Scorza; El sueño del pongo, de José María Arguedas; Aves sin nido, de Clorinda Matto de Turner, o la airada protesta de los profetas judíos contra los reyes de su tiempo, que habían dado la espalda a ejercer el poder para bien del pueblo: “¡Ay de los que dictan leyes injustas y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres y para privar de su derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas y robar a los huérfanos” (clamaba Isaías), estamos frente a la finalidad política y social del texto.
 
Tener en cuenta estas diversas finalidades que nos brinda la creación literaria nos ayudará a comprender el propósito con que los autores han escrito sus obras y a un diálogo con éstos que, sin duda alguna, enriquecerá nuestro espíritu y nos preparará para pronunciar nuestra propia palabra sea de manera escrita u oral.

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