martes, 26 de noviembre de 2013

NO NOS MALTRATE SEÑOR HUMALA.
 
No nos maltrate, Señor HumalaHoy ya no debe hablarse del problema policial, sino de la crisis total de la PNP, pero esta crisis no ha sido como se pretende hacer creer a la ciudadanía, producto de una descomposición interna, sino consecuencia del abandono irresponsable de los gobiernos precedentes. En los últimos diez años no ha existido en ningún momento voluntad para atender los justos reclamos de los policías, que no solo han sido reclamos salariales sino apoyo decidido del Estado para recuperar nuestro prestigio institucional, y con ello nuestra capacidad para servir mejor a la sociedad peruana.
 
Esta crisis se incubó, no hay por qué ocultarlo, durante la primera administración del doctor Alan García, cuando se produjo la unificación de la Guardia Civil, la Guardia Republicana y la Policía de Investigaciones. Esa reforma hubiera sido un acierto si se habría hecho sin improvisación y con el propósito de desterrar la mediocridad y la corrupción. Pero lo que se hizo fue, simplemente, unificar sin estudio ni planes, eliminando las especialidades policiales y convirtiendo a todos los miembros de la PNP en especialistas en nada y expertos en todo. Aún estamos pagando este desacierto mayúsculo.
 
La gente se pregunta por qué la PNP no acierta, por qué el crimen crece, por qué la seguridad ciudadana se volatiliza. Allí tiene la respuesta. En condiciones normales y lógicas los oficiales que fueron formados para resguardar penales y fronteras deberían estar en el lugar que les corresponde, evitando que prospere la anarquía en las cárceles y que incluso las mafias que controlan estos establecimientos se den el lujo de asesinar a un director de penal. Pero no están en su sitio, sino atareados en “prevenir” el delito e “investigar” los crímenes. Los resultados, repito, a la vista: asaltos continuos en las carreteras, el surgimiento de Chicagos en el interior del país y en la cada vez más populosa Lima, el crimen-hormiga aumenta, generando angustia en el ciudadano, victima cotidiana de los famosos marcas, de cogoteros, violadores y otros. Y ni qué decir de las zonas liberadas del Callao y otros puertos.
 
El segundo alanismo no hizo nada para corregir el error del primer alanato. Pero el gobierno del señor Humala es la mayor decepción para la PNP. El Presidente Humala se comprometió a liderar la lucha por la seguridad ciudadana y al final, para justificar su rotundo fracaso, nos ha echado el muerto a los policías. Y por último habla de prácticas corruptas en la policía para justificar lo injustificable.
 
Es totalmente injusto que se eche una sombra sobre la moral de la mayoría de los policías, cuando se sabe que los malos elementos son algunos y el propio régimen los protege, al no separarlos. Pero además, a pesar de la estabilidad del país, se nos maltrata en lo económico. Da vergüenza comparar las remuneraciones de nuestros policías con sus similares de la región. Y no solo sueldos: en salud, vivienda y educación, la familia policial peruana también está abandonada y al garete.
 
La PNP no es el trapeador del señor Presidente, sino una institución que merece respeto porque de ella salieron los hombres que ofrendaron sus vidas para lograr la Pacificación Nacional, mientras otros cobraban cupos al narcotráfico en complicidad con el terrorismo. Los policías no vamos a mendigar ningún reconocimiento, lucharemos por ello. Y tampoco vamos a tolerar un maltrato. La democracia es también madre nuestra.

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