viernes, 22 de noviembre de 2013

ANTENOR ORREGO Y EL ASILO
 

Me invita la facultad de derecho y ciencias políticas de la Universidad Antenor Orrego de Trujillo a disertar en su claustro sobre el derecho fundamental al asilo. Será a propósito del caso del Estado peruano contra Haya de la Torre (1949-1954), refugiado en la Embajada de Colombia. Hablaré de la inejecutabilidad de los fallos de la Corte Internacional de La Haya porque fueron ambiguos en sus dos sentencias de 1950 y 1951. Me honra la invitación. Hablar de Víctor Raúl es hablar de tesón, de coraje, de decencia, de precursoría, de liderato.
 
Su asilo en la referida embajada (3 de enero de 1949) marcó un hito en los anales jurídicos nacionales e internacionales. La canallesca actitud del gobierno peruano de ese entonces al no conceder el salvoconducto lo único que hizo fue anteponer intereses subalternos oligárquicos y militaristas. La corte hizo lo propio al emitir pilatescamente un primer fallo el 20 de noviembre de 1950. Allí se decía ambiguamente: i) por unanimidad, que no formaba parte de sus funciones jurisdiccionales escoger entre los diversos modos por los que podía ponerse fin al asilo; ii) empero, por 13 votos contra 1, que Colombia no estaba obligada a entregar a Haya de la Torre a las autoridades peruanas; y, iii) por unanimidad, que el asilo debía haber cesado una vez pronunciado dicha sentencia y que debía finalizar. No falló. Falló.
 
Pero, ya que iré a la universidad Antenor Orrego me persuade también hablar de este filósofo, periodista, político y pensador aprista peruano. Nació el 22 de mayo de 1892, en la hacienda Montán, Santa Cruz, Cajamarca. Es considerado un ilustre pensador del Perú y Latinoamérica. Como político, entre 1918 y 1921, realizó una campaña para fortalecer la huelga de los trabajadores del valle de Chicama. Por esta maniobra fue encarcelado y llevado preso al Real Felipe, El Sexto y El Frontón, por lo cual siguió teniendo influencia creciente sobre las masas desde su celda. Al fundarse el APRA (1924), se erigió en uno de sus conductores más caracterizados, especialmente en las cruentas etapas de clandestinidad, por lo que padeció largo tiempo en prisión ya que fue hasta ocho veces encarcelado. Trece años en total. Antenor Orrego, después de Haya y con Sánchez, Seoane y otros, trasciende magistralmente por su erudita obra “Pueblo continente”. Utiliza allí la doctrina aprista como el trasfondo de su enfoque continental.
 
Haya afirmó de él: “Enarbolo la enseñanza de una generación beligerante y encarno la esperanza, la resurrección y la victoria de una nacionalidad en trance de muerte, y hay que agregar que siempre estará vigente y será un mandato pendiente de cumplirse se profecía del cambio social mientras el amor y la raza de los hombres prevalezca sobre la barbarie, el egoísmo y la muerte”. Salvando las diferencias, claro está, Haya y Orrego, lucharon por sus ideales y no dudaron en exponer su libertad a cambio de no sucumbir ante las veleidades del poder. Grandes ejemplos a seguir. Habíamos olvidado a Orrego.

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