miércoles, 12 de diciembre de 2012

Preparar el camino
 
 
“Preparen el camino del Señor, Allanen sus senderos” (Lc 3, 1-6) El evangelista Lucas, nos presenta la figura de Juan el Bautista; que nos dice: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale”. Intentemos prepararnos en este tiempo que se nos regala: para ello, allanemos nuestro corazón, corrijamos nuestras faltas, enderecemos nuestra relación con Dios, con los demás y con nosotros mismos.
 
¿Cómo se encuentran nuestros caminos? En este tiempo de preparar mi camino, mi vida, mi corazón debería regalarme la oportunidad de discernir y preguntarme ¿Qué caminos tendría que recorrer Jesucristo para llegar a mi vida? ¿Caminos de indiferencia, de superficialidad y de indiferentismo? ¿Caminos de rencillas, corajes, envidias, ofensas, rencores y división? ¿Caminos de autoridad, de abusos, preguntémonos ¿Cuáles son los caminos que guían mi vida? Juan en estos tiempos grita mucho Lo hace porque nos ve dormidos y quiere despertarnos, nos ve apagados y quiere encendernos en él, la fe en un Dios Salvador. Su grito se concentra en una llamada: «Preparad el camino del Señor». ¿Cómo abrirle caminos a Dios? ¿Cómo hacerle más sitio en nuestra vida? En nuestra vida hay cosas que sobran e impiden la marcha. Hay lagunas y deficiencias que tenemos que rellenar. Hay desvíos que habremos de enderezar: en nuestra relación con Dios, en nuestro trato con los demás, en nuestro control de nosotros mismos.
 
El Adviento es una espera dinámica, no pasiva: es el camino del que sale al encuentro, no del que sólo espera que otro venga. El Adviento y la Navidad no nos pueden dejar igual. Algo tiene que cambiar en nuestra esfera personal y en la comunitaria. En algo se tiene que notar que estamos madurando y creciendo en valores humanos y cristianos. Tenemos que abrirnos, sobre todo, a Dios. De modo que el Dios-con nosotros, se encuentre con nosotros-con-Dios, y se pueda cumplir que en esta Navidad, como decía el Bautista, “todos verán la salvación de Dios”. Sembremos la Esperanza y el Amor, en tantas personas que viven aisladas. Porque el desierto existe a nuestro alrededor; y tal vez, dentro de nosotros. Seamos testigos del Amor de Dios, siendo valientes, y cumpliendo la misión que en este mundo nos ha tocado vivir.

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