domingo, 17 de marzo de 2013

S O C I A L

Animales y basura, una combinación mortal

Semana a semana, las amas de casa talareñas acuden a los distintos mercados de la ciudad para comprar los víveres que utilizarán en la preparación de sus alimentos. Ellas se preocupan por los suyos y eligen los productos adecuados, pero quién les asegura que no harán daño a sus familias.

Para el Instituto Nacional de Estadística e Informática, la provincia de Talara cuenta con una población de 133 148 habitantes y es considerada una pequeña ciudad. Aun así, según la página web de la entidad edil, diariamente se producen ciento diez toneladas de residuos sólidos y orgánicos que son recogidos, el 85%, por el personal de la Municipalidad para ser llevados al botadero de la ciudad. Pero ¿qué sucede con ese 15% de basura por recoger? ¿Están enteradas las autoridades de que una parte va a parar a la zona alta de la ciudad, y es utilizada para alimentar vacas y cerdos? Carolina es una joven madre que acude cada semana al único supermercado de la ciudad, para comprar los alimentos.

Lleva pocos productos, en su mayoría, carnes. “Prefiero pagar un poco más a tener que gastar mucho en curar a mis hijos de alguna enfermedad”, dice. Son pocas las mamás que compran en lugares como ese, pues la gran mayoría realiza sus compras en los cuatro mercados que existen en la provincia: el mercado Central, el mercado Modelo, más conocido como ‘La Parada’; el mercado de Acapulco, ubicado en el cono Norte; y el mercado de Talara Alta. Estos centros de abastos cuentan cada uno con un administrador, personas que tienen la responsabilidad de garantizar la salubridad de los productos que se ofrecen a los consumidores.

 “Deben velar que, por ejemplo, las carnes provengan del camal de Talara”, según requiere Jaime Azabache Chunga, miembro de la Subgerencia de Fiscalización y Policía Municipal. Última operación Al preguntarle si tenía conocimiento de que hay casas en el asentamiento Jorge Chávez, que en su interior albergan un improvisado matadero de reses y porcinos, entre otras especies, Azabache Chunga responde que no, pero sí está enterado del funcionamiento de avícolas clandestinas. Resalta que “obligatoriamente las carnes de cualquier animal pasan por el camal de la ciudad”, y en especial la carne de cerdo; la misma que debe contar con un certificado médico expedido por un veterinario, o en todo caso del Gobernador del sector. Pero, ¿cómo se puede asegurar que se cumplan las normas de higiene, tanto en la crianza de los animales como en su traslado, si la última operación de control se realizó el 18 de enero en donde, según el representante edil, “solo se encontró infracciones no graves, pues no se halló carne de burro o de caballo”?.

Sin embargo, incautaron carnes en mal estado debido al calor, mientras que otro tanto no presentaba documentación de procedencia y poco cuidado en su transporte. Vale preguntarse también por qué se acumula basura en sitios como Jorge Chávez o San Sebastián, que en la ampliación de este último lugar, treinta y seis familias son afectadas por las moscas que son atraídas por la acumulación de desperdicios orgánicos, que a su vez sirven de alimento para animales que serán sacrificados, para luego comercializarlos en algunos puntos de venta de la provincia de Talara. 

 Dentro de nota Intervienen los vecinos “Ya hemos solicitado una tolva o carretilla al municipio para este sector… nosotros (los vecinos) nos encargamos de limpiar la zona para que no parezca un basural”, sostiene Rosa Honores, actual presidenta de la Junta Vecinal de San Sebastián. La respuesta a la pregunta anterior parece tenerla Willy Elías, representante de la Subgerencia de Gestión Ambiental de la Municipalidad, quien sostiene que son los recicladores informales los que se encargan de recoger los desechos de las casas de la ciudad y cobran por el servicio.

“Ellos abren las bolsas, toman lo que les servirá para vender (como papel o plástico) y arrojan la basura en aquellos lugares alejados… y hasta en la misma ciudad”, explica. Al parecer Elías olvida que algunos pobladores, tienen la mala costumbre de arrojar las bolsas con residuos en donde ven un cúmulo de éstos, no importando muchas veces la salud de la comunidad en la que viven, pues dicen que el carro recolector no pasa a la hora que debería o que ni siquiera suele pasar por esos sectores. Los vecinos están ávidos a opinar respecto a la acumulación de restos sólidos y orgánicos, pero pocos se atreven a hablar sobre la crianza ilegal de animales en aquella zona. Algunos de ellos son dueños de cabras, burros, reses o porcinos, solo basta recorrer la zona para comprobarlo. “Mucha gente ha migrado de otros poblados. Dejan todo en su lugar de origen, menos la costumbre de criar animalitos”, acota el técnico de Gestión Ambiental y Saneamiento del Ministerio de Salud de Talara, Juan Alvarado Talledo.

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