lunes, 25 de marzo de 2013

M U N D O

No depredemos nuestro mar


El pescado y otros alimentos de procedencia marítima datan de hace milenios en el Perú. Los restos arqueológicos encontrados en la Costa y el Ande e investigados por científicos de varias disciplinas así lo demuestran.

Con una inmensa costa y con un mar sumamente rico en especies alimenticias, los peruanos, desde la época del Tahuantinsuyo y aun mucho antes de los incas, siempre tuvieron en el Océano Pacífico una despensa formidable y aparentemente inagotable.

Pero esa inmensa riqueza tuvo su punto de quiebre con el primer boom de la pesca en los años 60 durante la hegemonía de esa actividad que supo conducir con mucha audacia y sacrificio Luis Banchero Rossi.

En aquel tiempo, el Perú competía de igual a igual con las grandes potencias pesqueras, llegando a arrebatar a Japón el primer puesto como país pesquero en el mundo y como primer productor de harina de pescado.   

Lamentablemente, la época de bonanza  no fue planificada por los industriales pesqueros, quienes iniciaron una desenfrenada competencia teniendo como centro de operaciones al puerto de Chimbote que pasó de ser una aldeana caleta de no más de 5,000 habitantes a una gigantesca ciudad y puerto industrial.

Vino entonces una ola de depredación que tuvo en la sardina su principal víctima. Lo reemplazó la anchoveta, pez muy rico en proteínas y otras bondades alimenticias, pero que hoy se encuentra en riesgo de extinción como lo han advertido el Instituto del Mar del Perú (Imarpe) y otras instituciones científicas. 

Una de las consecuencias de la explotación irracional del Mar de Grau es que la mayor masa de pesca indiscriminada de anchoveta es aprovechada por los grandes consorcios privados para elaborar harina de pescado y otros derivados destinados al mercado industrial internacional, pero que se ha descuidado la pesca de consumo humano.

Los especialistas advierten que la pesca artesanal debe tener una cuota suficiente para aprovechar la anchoveta para el consumo humano y que constituye un alimento ideal para combatir con eficacia el grave problema de la desnutrición infantil en sectores marginales de nuestra población.
 
Poco o nada han hecho los gobiernos anteriores para contener la desenfrenada ola depredadora de una especie como la anchoveta que es el primer escalón en la cadena biológica que permite vivir y multiplicarse a las numerosas especies que habitan el mar peruano.

Como bien lo ha expresado el Presidente de la República, Ollanta Humala, al inaugurar en Paracas el Atracadero Flotante Artesanal El Chaco dedicado a promover la pesca artesanal para consumo humano, el Gobierno está comprometido en aprovechar nuestra riqueza marítima, especialmente la anchoveta, para combatir a fondo la desnutrición infantil en el Perú.

En 2012 el Ministerio de la Producción expidió el Decreto Supremo 05 que limita la pesca de anchoveta para uso industrial a partir de las 10 millas del litoral peruano, lo que ha motivado que diversos sectores denuncien que ello atenta contra la pesca artesanal de consumo humano directo y la conservería.

Ante las objeciones de algunos empresarios dedicados a la pesca industrial, el Jefe del Estado ha ratificado en Paracas que se construirán más muelles para la pesca artesanal como el de El Chaco para garantizar el desarrollo de la pesca de consumo humano.

Hay que señalar que, en efecto, la alimentación de la población debe responder a una política de Estado y que la pesca de consumo humano debe ponerse en valor por ser un derecho del pueblo peruano.

"Una de las consecuencias de la explotación irracional del Mar de Grau es que la mayor masa de pesca indiscriminada de anchoveta es aprovechada para elaborar harina de pescado y otros derivados destinados al mercado industrial internacional, pero se ha descuidado la pesca de consumo humano."

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