martes, 21 de mayo de 2013

N A C I O N A L

¿Empezó el descenso para Ollanta y Nadine?               
 
 
La reciente encuesta de Ipsos Perú confirma un descenso de 5 puntos en la aprobación del Presidente y de la Primera Dama. Ollanta ya está por debajo del 50% y Nadine sigue encima de ese umbral. Igual se trata de niveles bastante altos en comparación a gobiernos anteriores, pero a futuro, si este esquema confrontacional por el que habría optado el Gobierno continúa, el horizonte no pinta nada bien.
 
Son dos las alternativas. O alguien ha convencido al Gobierno que abrirse diferentes frentes (políticos, empresariales, internacionales, a nivel de opinión pública, etc.) le es altamente rentable políticamente. O, el peor de los escenarios, "la reelección conyugal" ya es una decisión que va sí o sí, y simplemente se está preparando el terreno para el 2016 y para mantenerse en el poder.
 
A propósito de los informes orales ante La Haya de meses atrás, este columnista destacó lo importante que era emular las experiencias positivas de buena gestión pública, las que tenían como denominador común: el profesionalismo, la claridad de objetivos, el recoger los legados positivos de anteriores administraciones, el dejar de lado intereses personales o políticos por el bien del país, el contar con cuadros adecuados, etc.
 
Parece que nada de lo anterior estuviera quedando ni en la consciencia ni en la memoria ni en la retina de los actuales inquilinos de Palacio. Porque, para empezar, en medio de una desaceleración económica que se empieza a mostrar cada vez con mayor fuerza, el Gobierno, en lugar de revertirla entregando más confianza para la inversión privada (el verdadero gran sostén y motor de nuestro crecimiento, del empleo adecuado, y por ende, herramienta básica de lucha contra la pobreza), insiste en afectarla promulgando leyes que la afectan directamente, como la reciente norma de "promoción de la alimentación saludable", y sigue limitando seriamente a los capitales que buscan desplegarse en sectores claves como el portuario, pesca, minería, hidrocarburos, etc.
 
Si a eso le sumamos, como acaba de reportar la Cámara de Comercio de Lima, la cola de normas que están esperando turno en el Congreso y que van en el mismo sentido con una cantidad alucinante de despropósitos, entonces llegaremos a la grave conclusión que este Gobierno se está disparando a los pies, y con ello, afectando precisamente a aquello que viene funcionando bien en el país, que es su crecimiento económico sano y sostenido. Pero simultáneamente, deja incólumes aquello que o no funciona o funciona mal, que son las funciones esenciales del Estado (inseguridad galopante, educación y salud por los suelos, infraestructura básica que no crece, etc., etc.).
 
Pregunto, ¿este es el costo de tener que bancarnos a este "Gobierno de inclusión social", ahora, con afanes reeleccionistas? Es decir, ¿vamos permitir que se afecte aquello que se distingue por su buen funcionamiento?
 
Felizmente el Perú no es Venezuela, ni Bolivia, ni Argentina, ni Ecuador. Bien valdría la pena demostrar, pese a lo que se dice de nosotros, que aquí sí tenemos memoria y no queremos volver al pasado bajo ningún precio.

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