martes, 28 de mayo de 2013

C U L T U R A

Lectura y democracia
 

Cuando hablamos de lectura, nos referimos a una serie de procesos cognitivos por medio de los cuales recibimos, interpretamos, almacenamos y utilizamos información. Sin embargo, la lectura está determinada, además, por factores socioculturales, y requiere de la implementación de mejores herramientas que permitan a los lectores comprender los mensajes de manera real y eficaz. Uno de estos factores es la consolidación de la democracia en países como el nuestro que, a mi modo de ver, resulta determinante en la construcción e interpretación de los textos o discursos. ¿Qué implica leer en democracia? El afianzamiento del espíritu democrático en países como el Perú, se relaciona con la libertad que tienen las personas para expresar opiniones o posturas con las que generalmente no concordamos, pero que no podemos reprimir por más absurdas que sean. Este derecho incluso permite, dentro de una mal entendida libertad de expresión, el uso de la manipulación como un recurso para convencer y persuadir (como ocurre con la publicidad y la política, por ejemplo). Ello implica, afirma Cassany (2004), “que el ciudadano adaptado para vivir en democracia debe disponer de una rigurosa capacidad de análisis, bagaje cultural, competencia lingüística, intuición y curiosidad.”
 
 La ausencia de todas estas competencias dejaría al lector a merced de la manipulación y de “las voces perversas detrás del texto”. No solo interesa el dominio de los mecanismos lingüísticos y retóricos de los textos, sino que debemos plantearnos cómo desarrollar en los ciudadanos, sobre todo en los más jóvenes, estrategias que les permitan diferenciar la verdad de la manipulación; pues solo así podrán tomar sus decisiones de manera consciente y libre, aprendiendo que la veracidad de un punto de vista, depende del rigor de los argumentos con que se expongan. De aquí también se desprende la necesidad del desarrollo de competencias para que sean capaces de defender sus posturas frente a los demás. Toda comprensión y valoración de los discursos está condicionada por las experiencias sociales y culturales que cada lector trae consigo.
 
De allí que no podemos esperar que un mismo texto afecte de igual manera a todos los individuos que lo comparten. Algunos estarán a favor de las ideas que se exponen; otros, en contra, produciéndose una heterogeneidad de respuestas que debe entenderse como un valor, no como un equívoco. Cada lector aporta a la construcción del sentido de un discurso, por eso, no podemos hablar de una única interpretación. Para un texto no existe un único significado, sino tantas interpretaciones como lectores tenga el discurso. La forma más completa de comprensión radica en el valor que tiene la suma de las todas las diferentes interpretaciones que los lectores hacen de un mismo texto. Así pues, la lectura es un acto libre, social y dinámico que debe fortalecer el espíritu democrático entre los ciudadanos. Leer hoy en día requiere de lectores mejor preparados, para entrar en contacto con esa variedad de discursos, escritos y hablados en circunstancias socioculturales diversas y que responden a propósitos específicos. A decir de Cassany (2004), “se trata de un grado muy exigente de comprensión, de unas capacidades sofisticadas de procesamiento receptivo del discurso, pero sin duda son las armas que debemos tener los ciudadanos del presente y del futuro, en una comunidad democrática […] y pluricultural”. *Coordinador del Área de Comunicación de la UCV Piura

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