martes, 7 de mayo de 2013

A C T U A L I D A D

 USO Y ABUSO DE LA COMUNICACIÓN DIGITAL.
 
En estos tiempos, donde la tecnología de las comunicaciones ha revolucionado la vida cotidiana de todas las personas, desde el ciudadano común hasta las autoridades gubernamentales y los ejecutivos empresariales, hay un hecho colateral que pasamos desapercibido, pero que está presente con una fuerza inusitada.

Tiene que ver directamente con la telefonía móvil. Como se dice, sin querer queriendo, lo que antes tenía que averiguarse mediante aficionados al chisme o a los que tenían la tentación de estar generalmente bien informados y "nos pasaban el dato" sobre un determinado asunto, va quedando en el olvido.

Es que los circuitos de la información y de la comunicación en las relaciones interpersonales y masivas establecidas son veloces hasta el vértigo.

Basta cruzarse en la calle con alguna persona que tiene pegado al oído su celular y habla fuerte o a media voz, así como con aquellos y aquellas que mientras viajan en el microbús o el ómnibus van contando sus intimidades o transacciones comerciales a sus interlocutores que están detrás del fono, para enterarnos de asuntos picantes, trapisondas por ejecutar o cuánto dinero llevan encima.

Qué decir de los famosos tablets, gracias a los cuales adultos, jóvenes y niños pueden chatear en el lugar donde se encuentren, además de efectuar operaciones bancarias, dar órdenes, escribir mensajes y documentos, filmar, tomar fotografías, entre otras maravillas digitales.

Gracias a la tecnología telefónica y a estos fonos parlanchines, lo que debe ser guardado en el ámbito personal para la opinión de sus cercanos, se ha convertido en tema de una opinión pública que suele alimentarse de las pequeñas miserias humanas o de "pescar" algún indicio para hacerse de algunos soles "extras", con los cuales pasarla bien. Esto nos plantea cómo, gracias a un sector de nuestra población, una tecnología que debe servir para objetivos realmente importantes y de utilidad adecuada a nuestras labores se convierte en un instrumento fútil. 

Emplear la tecnología de la manera como lo hacen muchas personas es como tener un reloj de alta precisión para abrir nueces o almendras. Es desperdiciar la oportunidad de hacer que la comunicación sea un proceso social, indispensable para la convivencia humana y la plena realización de la persona.

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