martes, 28 de mayo de 2013

LA PALABRA DEL DIRECTOR

EN LO MEDIOS INFORMATIVOS DIVULGUEMOS CULTURA
 
Todo mensajero que se sienta un auténtico hombre de las comunicaciones debe evidenciarlo. La forma en demostrar es redactando opiniones -o- noticias agradables, innovadoras, interesantes, ajustadas al buen criterio, sentido común, capaz en deleitar el ego de los lectores. Es importante, por no decir perentorio que el agente del mensaje sea el autor y no se concrete en dar lectura al esfuerzo de un tercero, conforme ocurre con frecuencia.

 
 
En un ligero paréntesis del tema, lo reservamos a la exposición de un comentario sobre disciplina periodística, publicado en un diario regional (El Tiempo) en su edición dominical, autoría de una respetable periodista profesora de la Universidad de Piura. Al percatarse de su publicación, muchos "periodístas"le dieron lectura en medios radiales, expresando una satisfacción de su contenido, enervaron el ego, como si fueran coautores ideológicos de su producción.

 
 
Daba la impresión por la forma como encaraban la experiencia, que los primeros comunicadores en darle lectura, se reclamaban con derecho en demandar, exigir, que otros se ciñan al cumplimiento de las recomendaciones contenidas. Seguramente que el artículo, en su basamento crítico, señalaba los grandes defectos, errores; calificaba conductas anòmalas, denunciaba el mercantilismo que impone condiciones profanando el buen desarrollo periodístico.

 
 
La experiencia ha sido valedera en la intención de confirmar las grandes y graves deficiencias profesionales de muchos que se han posesionado en el atrio reservado a verdaderos profesionales en las Ciencias de la Comunicación. Importante, porque ese artículo servirá de base para someter al análisis los rangos de la meritocracia de quienes en verdad sepan reconocer sus incompetencias, limitaciones, encontrando la llave maestra para ir en la búsqueda de una auténtica capacidad profesional.

 
 
Lo producido por la periodista piurana, debe ser oficio, conducta, estilo, de todo aquel que se reconozca periodista. Exige al profesional de la pluma, el pensamiento, y la producción literaria a estar bien dotado. Debe ser una persona cultivada en la lectura; culta, versátil en el manejo del idioma, la semántica. Experto en el manejo de la palabra, usos múltiples, todo una ingeniería para ubicar la palabra exacta para el lugar exacto.

 
 
La exigencia lleva a la inevitable conclusión que en la profesión que discernimos, no hay cabida a la improvisación, la orfandad en la cultura. Los recursos fácticos en la construcción de las avenidas e intercepciones del relato noticioso o periodístico, deben demostrar la capacidad de producir las ideas, las opiniones, los torrentes productivos que garanticen la calidad sublime en el espíritu del verdadero periodista.
 

Hermoso y gratificante es cuando después de la lectura de una opinión, quien lo lee, descubre la interioridad, el alma del expositor. El periodista es un poeta que echando mano a todos sus recursos intelectuales, genera deleite y satisfacción. Indudablemente que el rigor impostergable, es que se trate de un espíritu inquieto, un estudioso. Debe ser quien comprenda y se esmere por entender, que la dialéctica periodística, obliga a cultivar renovando los conocimientos en el día a día.

 
 
Oportuno el comentario crítico de la periodista piurana, y por último las propuestas ofertadas deben ser lineamientos de todos los que a nombre de esta profesión, respeten y recomienden conservar los moldes, los cánones profesionales. El periodismo no es un negocio, no se está ahí para cultivar intereses advenedizos como sucede a menudo. Las biblias de buen periodista es observa el Código de Ética profesional y tener una sed insaciable de conocimientos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario