sábado, 20 de abril de 2013

O P I N I Ó N

Is Peru nationalist?

Mirko Lauer¿En efecto, cuán nacionalista es el Perú? Es un valor entendido que la buena marcha económica del país se debe también a la presencia de importantes intereses extranjeros. Sin embargo la simpatía preferente de la población por lo peruano subsiste, más fuerte en unas áreas que en otras. Lo que se ha debilitado es la asociación de nacionalismo con estatismo.

Durante poco más de año y medio el actual gobierno se ha mantenido dentro de esta versión de un nacionalismo de primacía casi absoluta del sector privado. De un tiempo a esta parte el Estado bajo el humalismo viene intentando pisar algo más fuerte en áreas que le están constitucional o habitualmente vedadas. Son movidas tentativas, pero sintomáticas.

En el modelo económico prefujimorista se reconocían algunas actividades estratégicas, asociadas de cerca o de lejos con necesidades de la defensa nacional, y que más valía conservar en manos del Estado, civil o militar. El combustible era una, la actividad portuaria era otra, o ciertos aspectos de las comunicaciones.

El reflotamiento de Petroperú, en el estilo de muchos países modernos y a la vez petroestatistas, fue un gallardo esfuerzo, a la fecha semiderrotado por funcionarios con cabezas privatistas. El nuevo intento es un proyecto para ampliar la presencia de la Marina de Guerra en la gestión económica de los puertos nacionales.

Los puertos representaron el primer choque de los militares con la doctrina fujimorista de apertura total al capital de fuera. El gatillo de esto fue la idea de ver los puertos peruanos en manos de empresas chilenas, con las consecuencias estratégicas del caso. Esta resistencia lentificó considerablemente la modernización de los puertos.

Lo que parece estar en juego con el asentamiento del gobierno nacionalista es el papel del Estado en la conducción de la economía productiva (promotor, fiscalizador), y los límites de la presencia de la Fuerza Armada en el cruce entre economía y seguridad nacional. Ideas en las que el país prácticamente no pensó durante 20 años.

No parece haber un clima ciudadano favorable para el retorno de empresas estatales a competir con las privadas, ni para la reaparición de uniformados activos en puestos claves de la gestión pública. La propia idea de sectores económicos estratégicos no parece muy popular. Pero a la vez sí hay temas sensibles de nacionalismo económico.

Mantener los puertos peruanos exclusivamente en manos peruanas, o vetar a algún país específico, va contra la norma de igualdad con las empresas extranjeras, y la letra de los TLC. Quizás una mayor presencia militar, adecuadamente modulada, en los puertos haría más aceptable la apertura económica y la modernización en el litoral.

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