miércoles, 10 de abril de 2013

Cristóbal, el olvidado

Gonzalo TorresSan Cristóbal es un santo que, por carecer de sustento histórico, ha sido despedido hace unos cuantos años del santoral católico, pero su leyenda sigue viva para los cristianos. Su nombre está en nuestro cerro tutelar pues al santo se le atribuye haber cargado al niño Jesús en medio de un río que súbitamente creció en caudal y eso se relaciona con la leyenda de que cuando Manco Inca intentó reconquistar Lima en 1536, apenas a unos meses de su fundación española, acamparon en sus faldas y, cuando intentaron cruzar el Rímac, este creció en caudal de manera milagrosa e impidió su ingreso. Los españoles, que eran pocos, atribuyeron el milagro a San Cristóbal.

La relación del cerro con la ciudad es larga e interesante. Baste decir que es un símbolo más del mestizaje y sincretismo de Lima: la cruz en su cima es la culminación de un vía crucis en el cual los fieles migrantes van dejando sus piedras o apachetas como sinónimo de ofrenda y descargo de culpas. Esta semana santa se volvió a repetir este maremágnum de gentes que movidas por esa fe sincrética ascienden caminando al cerro.

No solo por eso San Cristóbal es y debiera ser el emblema de nuestra ciudad. Es también, mal que bien, uno de los primeros escenarios de conquistas de vivienda en la ciudad y, por supuesto, un mirador aventajado de la ciudad. Se mira tanto el progreso de la ciudad (el suroeste) así como las “espaldas sucias” de la ciudad (el noreste), y más aún veo oportunidades, como la de un lugar mucho más turístico del que hoy es: mapas interactivos mostrando desde lo alto los principales lugares que se otean, infografías (bien hechas) del crecimiento y desarrollo histórico de Lima, servicios de primera y un impresionante teleférico que hasta allí nos deposite y no ya por el tortuoso (y peligroso) camino que se fue adaptando.

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