No al monopolio estatal en combustibles

Si este es el derrotero que piensa seguir el “humalismo” significa abandonar el espíritu de la Ley General de Hidrocarburos, de un mercado que fije la cotización, que si bien no ha funcionado como se quisiera, es mejor que tener un monopolio absoluto a libertad de precios, peor aún en manos del Estado, que es vulnerable en cada gobierno a las presiones sociales.
La situación se agrava más aún, porque el próximo año se vencen los contratos de concesión de los terminales de almacenamiento de combustibles que son de propiedad de Petroperú y que vienen siendo operados por consorcios privados., así como el contrato de arriendo de la refinería de Pucallpa. Lo que se ha venido diciendo públicamente sin que la autoridad se pronuncie, es que vuelvan al manejo de la petrolera del Estado. Con un panorama así configuramos el monopolio absoluto. Soy creyente de tener a un Petroperú fuerte, pero en condiciones de competencia, no de la manera que se está planteando ante el beneplácito de los que les encanta el Estado todopoderoso, que luego se convierte en dadivoso dispendioso.
El tema monopolio es indubitable pues lo que se compraría es la persona jurídica refinería La Pampilla, que es propietaria de la refinadora de Ventanilla y las estaciones. A esto no se ha referido el ministro, pero no se puede escamotear, es realidad pura y de conocimiento del mercado. Muchos quieren las estaciones pero nadie se interesa en la unidad de refinación, la pregunta es ¿para qué le serviría al Estado? No tiene mayores grados de eficiencia que sus competidoras y por tanto producen combustibles de elevado precio para sostenerse. Más bien se arrastrará el lastre de tener que invertir en ella, situación onerosa sin dudas.
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