jueves, 21 de febrero de 2013

O P I N I Ó N

Petróleo sin empleo
 
Considero necesario en esta oportunidad, analizar un tema que viene generando notas periodísticas continuamente y que tiene que ver con el derecho al empleo, pero que hoy nadie puede discutir el rango constitucional que tiene. Estos hechos se dan en el distrito de El Alto, donde desarrolla sus operaciones la empresa petrolera Petrobras S.A., mediante una concesión de tres décadas y la demandante comunidad alteña, que presenta de manera real y no, estadísticamente, una alta tasa de desempleo que pretenden revertirla a través de una estrategia planteada, en paralizaciones, marchas, toma de locales y bloqueos de pistas, que adquieren su dosis de violencia, ante los mecanismos de represión que el Estado aplica a las protestas sociales. Lo cierto es que tanto el problema de fondo, como el de forma, aún no armonizan, en una solución.
 
 La carencia de empleo, el método para lograrlo, la desafiante posición empresarial, así como la inoperancia de la Mesa de diálogo, no deben repetirse por la permisibilidad de los representantes del Estado, así como la tibia acción facilitadora del gobierno local. Es muy preocupante ver la actitud de la empresa transnacional de no pretender asumir su responsabilidad como le corresponde; busca espacios para evadir y no cumplir sus compromisos y sus actos firmados hace cinco años. Y pretende proseguir con su clásica gran mecedora y distorsionar el verdadero sentido de la mesa de diálogo. Para entender mejor este tema no hay que dejar de lado una serie de factores que están pasando inadvertidos y que requieren puntualizarse, porque servirán para plantear o encontrar una solución seria y de largo plazo, nos corresponde considerar lo siguiente: •
 
Esta concesión petrolera se dio por treinta años, más unos años de gracia. Esta empresa operadora del lote solo invierte entre ocho a nueve dólares para producir un barril de petróleo, pero se lo vende y recibe del Estado peruano un promedio de noventa y siete dólares por barril a precio actual. No olvidemos que durante más de cinco años, en la llamada crisis del petróleo, cobró entre ciento veinte a ciento cuarenta dólares por barril; o sea esto lo pagamos todos los peruanos. La paradoja es que el Perú compra su propio petróleo. • Por otro lado, recordemos también que, según el Vademécum de proyectos y la visión global de estas operaciones, al momento de concesionarse, estimaron una sencilla ganancia mensual de tres millones setecientos mil dólares, porque los privatizadores consideraron el precio de barril en veintiún dólares, pues hoy esta ganancia es de cinco a seis veces más; definido así, por el precio internacional del crudo.
 
Lo claro es que el pueblo de El Alto no pide que se reparta esta suculenta ganancia. Ellos claman que esta riqueza genere empleo y mejor calidad de vida para la población. No quieren escuchar argumentos empresariales de no asumir la mano de obra local, por no ser técnica, ni especializada, postura que pierde solidez y se cae por sí sola, porque todos sabemos que aún no hay instituto alguno que forme poceros, perforadores, wincheros, recorredores de campo, recolectores de desechos industriales. Por esta razón nos corresponde exigirle un planeamiento estratégico y de largo alcance en materia laboral; hace mucho tiempo debió haber generado instituciones que formen y capaciten a la sociedad civil para emplearse en las tareas propias y afines a la industria, que se formen los cuadros laborales para hoy y para el futuro, privilegiando con justicia al trabajador de la zona, como sí lo hacen otras transnacionalaes en el Perú.
 
Tenemos que hacerle recordar al Gobierno Central y a Petrobras el verdadero concepto de responsabilidad social, y que no es regalar desayunos, ni computadoras en los colegios. Por ser esta, la tierra que me vio nacer, me impulsa hoy a plantear que aportemos con responsabilidad y seriedad, otorgarle a esta niñez una sonrisa eterna de un futuro promisorio, donde sus padres se sientan orgullosos que este empleo digno que hoy exigen, es la única vía para su estabilidad económica y social y no el cachuelo volátil que propone la transnacional. Que la mesa de diálogo tenga mayor agilidad en hallar la solución y nunca más ocasionemos conflictos por la equivocada aplicación e interpretación de la llamada Responsabilidad Social.

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