lunes, 4 de febrero de 2013

O P I N I Ó N

Cuidado con los neopopulismos
 
Existe mucho voluntarismo en el gobierno por buscar soluciones cortoplacistas a los problemas estructurales que mantiene el país producto de décadas de desgobierno, derroche fiscal, aventuras estatistas y burocratismo absoluto.
 
Ello ha provocado que se continúen con globos de ensayo en materia de reforma laboral, previsional, educativa, sanitaria, científica y social, que contienen sesgos controlistas, que en vez de darle una dinámica distinta y moderna a la política pública, la convierte en una fábrica de leyes, microprogramas y tiendas de campaña.
 
Por ejemplo, en materia laboral se busca una vez más intentar promulgar una Ley General del Trabajo que significará, tal como está diseñada, un desincentivo a la formalización de las miles de empresas que viven bajo la sombra de la ilegalidad, y que cada año aportan a ensanchar y profundizar el hueco negro de la evasión.
 
Como un adelanto de buscar vivir bajo el estilo proteccionista impuesto por la quebrada Unión Europea, se ha creado la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil), que apunta a convertirse en una especie de perseguidor de empresas que no cumplen con la ley.
 
Lo paradójico está que, tal como están definidas sus funciones, más se centrará en buscar al interior del mundo formal y, como siempre, se olvidará de los realmente necesitados que viven fuera del pequeño espacio de la legalidad.
 
Por otro lado, los genios de SERVIR han diseñado un proyecto de mejora del servidor público que no resiste el menor análisis en su intención de convertir a la carrera pública en una herramienta de gestión moderna. Así, crean un cuarto régimen laboral al interior del Estado, que tiene menores beneficios e incentivos que la mayoría de los anteriores.
 
Es más, hasta eliminan el derecho del empleado público de recibir la CTS y colocarla en cualquier institución del sistema financiero. ¿Y dónde será depositada? En la nebulosa, porque sólo quedará registrada la retención en el papel y, como dice el dicho, al final Dios proveerá. ¡Al mismo estilo del quebrado sistema nacional de pensiones!
 
Pero no es sólo eso, la tan mentada decisión de contratar gerentes altamente competitivos provenientes del sector privado, con un buen incentivo remunerativo tal como lo propuso el MEF, quedará en el olvido, pues se ha decidido continuar con la “brillante” idea de Alan García de prohibir que un funcionario público de alto nivel gane más que el Presidente. ¡Populismo puro!
 
Crónicas escogidas del reportero Gabo
 
 

Un libro excepcional recorre en secreto las mesas de los periodistas del siglo XXI; es el homenaje que se le debe al mejor periodista en español del siglo XX, Gabriel García Márquez.
 
 

 Se titula "Gabo periodista" y un día cada uno de los ejemplares que ahora son gratuitos valdrá mucho dinero. Lo ha publicado el Fondo de Cultura Económica con el auspicio editorial de la Fundación para el Nuevo Periodismo y el patrocinio, entre otros, de la Fundación Ardila Lülle.

 El libro no se puede vender, por eso ahora los periodistas que lo tienen lo guardan bajo llave en sus redacciones, porque después de "Cien años de soledad", que ha vendido cientos de millones en todo el mundo desde que salió en 1967, no ha habido para el oficio libro tan apetitoso.

 El atractivo no reside solo en la memorabilia gráfica que contiene (Gabo en todas las situaciones, las grandes y las pequeñas, con Mercedes, su mujer, con mandatarios del mundo, con periodistas jóvenes y viejos, de joven de bigote negro y de viejo con bigote ralo) sino la idea editorial que lo sustenta.

 Grandes periodistas de todo el mundo de nuestro idioma (y lenguas adyacentes: está Jon Lee Anderson, el destacadísimo periodista anglonorteamericano) han seleccionado para este libro espectacular aquellos textos periodísticos que a lo largo de su historia firmó (a veces con seudónimo) el autor de "El coronel no tiene quien le escriba". Ahí están, sacando ese jugo de guayaba con el que el maestro condimentó su inmensa producción, paisanos suyos como Jaime Abello (el director de la Fundación para el Nuevo Periodismo, creación de García Márquez), Héctor Abad, José Salgar, Enrique Santos Calderón, María Teresa Ronderos, María Jimena Duzán, María Elvira Samper… Son todos los que están: los mexicanos Alma Guillermoprieto (que es de todas partes) y Juan Villoro, el argentino Martín Caparrós, los españoles Muñoz Molina, Joaquín Estefanía y Álex Grijelmo, el venezolano Teodoro Petkoff, el nicaragüense Sergio Ramírez, el francés Jean-François Fogel… Héctor Feliciano presenta el volumen y lo concluye con una curiosa conversación (de monosílabos, casi) con Mercedes Barcha. La semblanza de Gabo es del hombre que quizá más sabe del escritor de Aracataca, Gerald Martín, el autor de la monumental biografía que publicó Debate en 2009.
Tesoro inencontrable

 Lo que hace al libro un tesoro pronto inencontrable, a no ser que la fundación y la editorial lo conviertan en un volumen de venta al público, es el criterio de selección que han aplicado esos escritores o periodistas a la obra de Gabo, a lo que constituye el corpus más diverso posible de un cronista ante su tiempo, desde que era un joven de canillas transparentes en Barranquilla o Bogotá, hasta que, ya laureado por el Nobel, siguió haciendo periodismo e incluyo creyendo que había espacio para crear nuevos periódicos en un mundo que le estaba diciendo adiós a la letra impresa.
El dato
Aquí están algunos de los textos memorables del periodista al que todos llaman Gabo. Desde la explicación de su desdén por las entrevistas, a la naturaleza de "Noticia de un secuestro", la crónica del encuentro con Shakira o la ahora aún más reveladora entrevista con Hugo Chávez, volando juntos desde La Habana a Caracas.
 

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