Chile imperialista

El político chileno Manuel José Vicuña, recuerda Basadre, testigo de todos estos acontecimientos, escribió un folleto titulado: Carta política (Lima 1881) destinado a criticar la actuación del general Baquedano (para impugnar su fallida candidatura presidencial): “recuerdo que con el Ministro de Guerra, hacíamos esta reflexión: cómo nos iría esta noche, si los peruanos con un poco de audacia, vinieran a atacarnos en número de cuatro mil. ¡Todo esto se lo llevaba el diablo! decía el Ministro y la obra de Chile se perdería miserablemente en una hora: “quien nos diría, amigo Ibáñez, que aquello que como simple hipótesis, conversábamos en nuestra tienda de campaña, precisamente estuviera discutiéndose y verificándose allá en el campamento enemigo”. Estas son las torturas póstumas de la reflexión histórica.
Cáceres siguió empeñado en darnos la victoria. Huyó a la sierra y salvó el honor nacional en cuatro periodos como se relata en sus memorias editadas por Julio C. Guerrero. Esos periodos de la campaña de la Breña fueron la entrada con su ejército en Ayacucho; el de la organización del ejército en esa ciudad, el de las operaciones en el norte y el de la organización de un nuevo ejército. Fue un gran militar y un gran héroe. Impecable hazaña la suya al reorganizar sus fuerzas castrenses en Ayacucho. Llegó a tener cuatro mil hombres. Se le sumaron comunidades indígenas. Aniquiló a las tropas chilenas en Marcavalle, Pucará y Concepción. Si hubiéramos tenido como líder del ejército a Cáceres desde abril de 1879, otro habría sido el destino del Perú. Chile habría caído de hinojos y no habría habido presidentes hablantines como Piñera.
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