lunes, 7 de enero de 2013

O P I N I Ó N

El profeta bueno


Cualquiera de nosotros que recuerde la guerra de Sendero Luminoso o la violencia del narcotráfico podrá llegar fácilmente a la conclusión de que vivimos en una época violenta. Los recientes conflictos en el Medio Oriente y las amenazas del terrorismo mundial pueden llevar a reforzar esa tesis. No es lo que piensa el canadiense Steven Pinker en un libro (“Los ángeles que llevamos dentro”, cuyo título reproduce una frase de un discurso de Lincoln), ampliamente debatido en los círculos académicos y en diarios y revistas de todo el mundo. La tesis principal de Pinker es que vivimos en una época no violenta, en comparación con todas las anteriores.

Uno de sus ejemplos es la Guerra de los Treinta Años a comienzos del siglo XVII que cobró más víctimas, en términos de porcentaje de población,  que la Primera Guerra Mundial. Si bien nos escandalizamos ante los horrores de los cinco o seis años que duró la Segunda Guerra Mundial, es difícil compararla con los siglos de terror que tipificaron la Edad Media. 

A favor de Pinker abona la tesis de las torturas y ejecuciones a lo largo de la historia. En todos los siglos anteriores se inventaron dispositivos para refinar la crueldad de los poderosos. En la Antigüedad, un procedimiento era el de la vaca hueca dentro de la cual algunos prisioneros eran carbonizados vivos, para entretenimiento de Phalaris, el tirano de Sicilia. Para agregar a la diversión de los asistentes a la ceremonia, los gritos de dolor de los condenados se escuchan a través de la boca de la vaca simulando sus mugidos, lo que era un motivo de risa. Algo aburrido con escuchar  solo a los condenados, Phalaris mandó matar a Perilos, el inventor del artefacto. La crucifixión, el empalamiento y otros sistemas tuvieron largos periodos de vigencia en muchas culturas. 

Según Pinker, la Ilustración en el siglo XVIII cambió la visión de los seres humanos sobre la violencia al reemplazar la idea de las almas por la de las vidas. Cada vida humana es valiosa, especialmente desde Rousseau y Voltaire, y no necesariamente antes que ellos. La construcción de los Estados es otra de las razones que Pinker sugiere para este proceso. Otra es la influencia de las mujeres en la vida pública. Otra es la impopularidad de la violencia misma.  Aún cuando algunos hechos de hoy pueden ser tan escandalosos como los que vimos en el pasado, la reacción que tiene la opinión pública frente a ellos, a diferencia de otros tiempos, es de reprobación.   

La conclusión de Pinker (“El descenso de la violencia es el hecho más significativo y menos valorado de nuestra época.”) ha creado una polémica que puede seguirse en las redes sociales.  Las tesis de Pinker son interesantes.  Es un hecho que en las últimas siete décadas no hemos pasado por una guerra a gran escala, algo que nunca había ocurrido. Es probable que la actual crisis económica mundial hubiera llevado en otras épocas a una guerra.  Sin embargo, también es cierto que hoy por primera vez en la historia, los seres humanos hemos inventado las bombas y los recursos tecnológicos para hacer desaparecer el planeta. A veces uno puede creer que la violencia sigue escondida en algún lugar, esperando.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario