martes, 15 de enero de 2013

EL BEBÉ TIBURÓN QUE AGUANTA LA RESPIRACIÓN PARA DELATARSE.
 
Quedarse helado, paralizado, es una respuesta instintiva de humanos y otros muchos animales ante una amenaza grave. Se trata de una llamada del instinto para evitar llamar la atención de un predador que nos pudiera estar acechando.
 
Un comportamiento que ahora se ha descrito también en crías de tiburón en gestación, antes incluso de la eclosión del huevo. Sin siquiera haber nacido, los embriones de pintarroja bambú, una pequeña variedad de escualo, se sirven de su capacidad para sentir variaciones en los campos eléctricos para detectar la presencia de un predador. Y al hacerlo, aguantan la respiración para salvar la vida, como muestra un estudio publicado en “PLoS ONE”.
 
Algunas especies de tiburones se gestan en el vientre de sus progenitoras como los mamíferos, pero otras se depositan en huevos, una especie de bolsas rígidas y alargadas, junto al fondo marino hasta su eclosión. Allí, las crías están expuestas a diversos predadores durante los más de cinco meses que dura la gestación. Desde peces a grandes moluscos, estas crías son vulnerables ante muchos enemigos. Por supuesto, eso incluye otros tiburones, como se demostró el año pasado al registrarse el primer caso de un tiburón comiéndose a una pintarroja bambú, precisamente.
 
En los primeros meses de vida, las pintarrojas presentan una coloración a rayas en su cuerpo para ahuyentar a los predadores. Lo hacen para simular la coloración de serpientes acuáticas venenosas, un truco muy viejo de la naturaleza denominado mimetismo batesiano. Pero mientras permanecen en su bolsa de gestación son extraordinariamente vulnerables. Y más cuanto más se acerca el momento de la eclosión.
 
En las últimas fases de gestación, las crías agitan la cola para que corra agua fresca dentro de su huevo, lo que ayuda a atraer depredadores alertados por esos movimientos acuáticos. Sin embargo, en ese mismo periodo estos pequeños tiburones tienen desarrollada por completo la gran capacidad de su clase: la sensibilidad a los cambios en los campos eléctricos que les rodean, que les servirán para detectar a sus presas en el futuro. Solo que ahora lo usan para salvarse.
 
Al detectar cambios en esos campos eléctricos, las pequeñas pintarrojas contienen la respiración y el movimiento de sus agallas de forma instantánea, convirtiéndose en invisibles para los predadores que se guían por las alteraciones hidrodinámicas. Los investigadores de la Universidad de Western Australia colocaron a 11 de estos gestantes en sus huevos dentro de peceras, y usaron electrodos para simular la presencia de un predador. El resultado puede verse en el vídeo: el embrión se queda inmóvil, como paralizado, para pasar desapercibido. Helado para sobrevivir.

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