viernes, 18 de enero de 2013

O P I N I Ó N

AGONÍA DEL ALBA.
 

Agustín Haya de la TorreLa grave enfermedad de Hugo Chávez le ha impedido asumir el mando pero una “interpretación auténtica” le permite continuar en la presidencia de Venezuela desde su lecho en La Habana. Su salud concita la atención internacional, pues se trata del destino de la quinta potencia petrolera del planeta y del curso que seguirá la política que diseñó el convaleciente comandante.
 
En la región se juega la suerte del ALBA, la alianza de las economías más persistentemente primario exportadoras del continente, que Caracas subsidia. Como sabemos, el propio Chávez denomina a su socialismo del siglo XXI como “socialismo petrolero”, en clara alusión al recurso natural que sostiene sus políticas populistas.

Este socialismo “extractivista” no deja de ser una incoherencia, pero responde a una realidad que en esos países permanece inmutable.
Bolivia sigue el mismo esquema primario desde la Colonia igual que Ecuador, reforzado en ambos casos por el descubrimiento de grandes yacimientos de minerales y de Hidrocarburos. Nicaragua continúa tan pobre y rural como en la época prerrevolucionaria. Cuba, el gran referente del grupo, tras medio siglo de régimen de partido único, ha remachado el mismo modo de producción que el primer orden económico mundial, hace tres siglos, diseñó para las islas Caribeñas: cultivar caña de azúcar.

La
Venezuela bolivariana insiste en la misma pauta. La renta petrolera le permite ampliar las políticas asistencialistas y contar con uno de los tres ejércitos más poderosos de la región. Sobre todo es la gran baza para sostener a sus aliados. El gran beneficiado con el petróleo subsidiado ha sido el comunismo cubano, que ha logrado así recuperar el soporte que su asfixiada economía mono productora necesitaba, tras el colapso de la Unión Soviética.

El carácter primario exportador del ALBA, su conservadurismo y su considerable atraso frente al desarrollo de la economía globalizada, hace que su propuesta aparezca como un resabio del pasado. Mientras que los países más dinámicos del área tratan de superar sus carencias y desigualdades asumiendo el reto de la nueva sociedad del conocimiento, los bolivarianos no han podido ofrecer otra cosa más que el pasado colonial, anclados en la explotación de materias primas.

El modelo político es otra apuesta incierta del chavismo. Aunque todos en la coalición provienen del sufragio universal, la tentación de los caudillos de permanecer de por vida en el poder es visible. Paradójicamente en la política están más cerca del militarismo del siglo XIX que de la democracia contemporánea. La sensación del culto al pasado se manifiesta en la identidad del líder de la alianza con los sueños napoleónicos del Libertador.

Un proyecto que depende del caudillo y del petróleo no olerá a azufre sino más bien a viejos textos apolillados. Quizás sean los últimos rezagos de un tipo de militarismo que debería dar paso definitivo al gobierno de las leyes. Así como Santander, cuando enterró la espada del soldado para crear instituciones
republicanas al suceder a Bolívar.
 
 
 
 
 
¿Y después de Campodónico, qué?
 
 
Carlos Monge SalgadoHumberto Campodónico y dos miembros del Directorio de PetroPerú renunciaron y fueron prontamente reemplazados. En reciente entrevista periodística, el ministro Merino declaró que la gestión de Campodónico ha sido buena y que todo lo hecho se continuará, pero la verdad de las cosas es que el izquierdista Campodónico no era del agrado de la dupla neoliberal Merino-Castilla.
 
En realidad, tanto la modernización de la Refinería de Talara y el retorno de PetroPerú a la extracción de petróleo en el Lote 64 dejado por Talismán o en el Lote 1 A-B o 169 pronto a ser licitado, no son del agrado de quienes siguen aferrados a la idea de que toda actividad empresarial del Estado es mala, y punto. Y sobre las idas y vueltas del gobierno en relación al gas de Camisea, Campodónico había dicho más de una vez que PetroPerú recibía encargos, pero no decidía, un “no me mires compadre” que seguramente no gustaba al ministro responsable de esos vaivenes.

¿Qué se viene ahora?

Respecto de Talara, el diseño está hecho y el asunto ahora es sacarlo adelante, lo que supone definir exactamente cómo y con quién contratará para ejecutar los 3,450 millones de dólares que cuesta. Campodónico y su directorio eran garantía de esos recursos que se gestionarían de manera honesta. Habrá que estar atentos a ver cómo se comporta el nuevo directorio.

Respecto de los lotes 64 y 1 A-B ó 169, habrá que ver si efectivamente se sigue adelante con el retorno de Petro
Perú a la producción, con qué alcances y dinamismo. Y, en relación con este mismo tema, habría que preguntarse qué piensa el ministro y el nuevo directorio respecto de que PetroPerú se interese por todos o parte de los activos de Repsol en el Perú (Refinería Pampilla y red de distribución) que la empresa española se alista a vender.

Finalmente, como se sabe, el gobierno ha venido dando marchas y contramarchas respecto de qué hacer con el Gas de
Camisea. Apostó primero por el Proyecto Kuntur o Gasoducto del Sur con Odebrecht y proyectos petroquímicos en el sur. El 28 de julio pasado anunció un nuevo enfoque basado en potenciar el ducto actual en manos del Consorcio Camisea liquidando en efecto el Gasoducto y la posibilidad de la petroquímica en el Sur. Pero en diciembre del año pasado volvió a lanzar la idea del Gasoducto del Sur, pero ahora más hablando también de alimentar proyectos termoeléctricos.

¿Por qué surge ahora el tema de las termoeléctricas? Una respuesta posible es la minería. Como se sabe, en el
Perú hay una cartera de inversiones de más de 50,000 millones de dólares, de los que casi el 40% se ubica en el sur. Y así como necesitan agua, necesitan energía. Y en Chile hay una cartera de proyectos de 110,000 millones de dólares, de los que se piensa ejecutar unos 67,000 millones entre ahora y el 2020. Pero no tienen energía, y podrían estar interesados en la que Perú pueda generar. ¿Es esa la idea ahora?
 

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