lunes, 7 de enero de 2013

A C T U A L I D A D

Repsol prepara venta de La Pampilla y 200 gasolineras en Perú


<strong>Motivo.</strong> La compañía española desea vender sus activos para reforzar sus finanzas (Foto: USI)
La petrolera española Repsol se está preparando para vender una refinería, 200 estaciones gasolineras y una planta de gas licuado en nuestro país a fin de recaudar US$ 400 millones, reportó la publicación El Economista.

Un portavoz de Repsol declinó hacer comentarios sobre la información.

Repsol tiene intenciones de vender la refinería La Pampilla, además de gasolineras y a la planta de gas licuado Solgas, dijo el reporte, tras citar fuentes consultadas por el diario.

La compañía española desea vender sus activos en gas natural en Canadá, Trinidad y Tobago y Perú a fin de reforzar sus finanzas y proteger su calificación crediticia.

En el cuatro trimestre, los ingresos operativos de la división de gas natural licuado de Repsol subieron un 75% a 189 millones de euros, impulsados por mejores márgenes comerciales y volúmenes más elevados.

El director financiero de la compañía, Miguel Martínez, ha dicho que espera que la venta del paquete de GNL sea completada en enero.



SER CONGRESISTA EN EL PERÚ.

César LévanoCuando John Locke sostuvo, en su Ensayo sobre el gobierno civil, a fines del siglo XVII, que el Parlamento era el primer poder del Estado, no se le pasó por la mente que los congresistas debían ser, por eso, los funcionarios mejor pagados de un país. En el Perú, hemos enmendado a Locke: acá, los congresistas se llevan la plata en carretilla; mejor dicho, en Mercedes Benz.
Alguien me explicaba que la ansiedad monetaria de los congresistas peruanos se debe a que muchos de ellos necesitan recuperar la plata que les costó llegar al recinto parlamentario. Muchos compraron su ubicación preferencial en la lista partidaria; otros tuvieron que sacar de su bolsillo los gastos de campaña.

Puede ser, pero el fondo de la cuestión es que el sueldo que cobran y el aumento que se han otorgado constituyen un abuso y una desvergüenza. Sabido es que, desde los días de
Fujimori, el Poder Legislativo ha venido perdiendo calidad y prestigio. Todas las encuestas indican que es, junto con el Poder Judicial, la institución más desacreditada de la República.

No sólo bajo rendimiento legal e intelectual se reprocha a los congresistas. Hay también, desde hace años, la convicción ciudadana de que muchos de ellos actúan como lobistas, intermediarios, de intereses privados. Se vio en el caso de los petroaudios, en la época del congresista
Jorge del Castillo.

Se denunció también en el caso de los aranceles al cemento importado. En esta ocasión, nadie menos que el presidente
Alan García afirmó que había “mucho dinero de por medio”, en alusión a un sector del Tribunal Constitucional vinculado a Jorge del Castillo.

Hay, por supuesto, un núcleo ilustre, honesto y diligente en el
Congreso. No es casual que sus miembros sean los únicos que han rechazado el jugoso aumento aprobado contra viento y marea.

El domingo pasado, el doctor Carlos Mesía, columnista de este diario, escribió que a los gobernantes no hay que apoyarlos porque son eficientes, sino que hay que apoyarlos para que sean eficientes. Hay una cuestión de fondo, teórica y práctica, en ese criterio. En primer lugar, eficiente quiere decir que puede lograr o producir el efecto deseado. Esto significa que se puede ser eficiente para el bien o para el mal, para el engaño o la honestidad, para la coima o para la justicia. El doctor Mesía, presidente del Tribunal Constitucional del 2006 al 2011, lo sabe.

La historia está repleta de eficientes en el peor sentido de la palabra, y gracias al apoyo que obtuvieron mediante la mentira. Alberto
Fujimori y Vladimiro Montesinos fueron eficientes en adueñarse del poder y llenarse de plata.

Muchos de los congresistas actuales fueron eficientes al conseguir  apoyo gracias a promesas de cambios. Lo mismo puede decirse del Presidente Presidente humala .


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