miércoles, 23 de octubre de 2013

PIONERA DE LA EDUCACIÓN EN EL PERÚ.
 
Nació en Lambayeque y se hizo mujer en tiempos difíciles: de luchas intestinas, golpes de Estado, traición de los hermanos Gutiérrez, Guerra del Pacífico y el reto de reconstruir un país.
 
Elvira García y García tomó conciencia de esos avatares desde muy niña, y años después, ya convertida en una joven y hermosa educadora, esgrimió su pluma –en diarios y revistas– para señalar, acaso antes que nadie, la prioridad de educar al pueblo con el fin de sacar al país adelante.

Su partida de nacimiento data del del 1 de junio de 1862, año en que recibió la banda presidencial el Gran Mariscal Miguel de San Román. Fue hija del contraalmirante Aurelio García y García –camarada de Miguel Grau en la Guerra con Chile– y de Eulogia Bert. Hizo sus estudios de primaria y secundaria en el Colegio Educandas de Trujillo, y a los 18 años de edad viajó a la capital. 

El país ya estaba en guerra cuando llegó a Lima para emprender –en contraste con la realidad de esos días– una de las tareas más nobles de la humanidad: la de educar, labor que la envolverá durante toda su existencia.

En 1980, en medio de los sobresaltos de aquellos días, empezó su labor magisterial como profesora en el Colegio Santa Isabel. Pasaron los meses y, a pesar de la guerra, no perdió contacto con su padre.

 Desde uno de los reductos de San Juan de Miraflores, al verse en el riesgo de perder la vida ante los masivos ataques de los chilenos, este le escribió unas líneas muy sentidas y reveladoras: “Pluge al altísimo para que nunca tengas que derramar tu sangre como hoy nosotros ante el enemigo… Que en adelante, hija, digas a los cuatro vientos que la educación es el arma que nos hará ganar todas las guerras”.

Elvira no olvidó eso nunca, y prosiguió con su labor, enseñando y fundando colegios, liceos, academias y jardines de infancia, en Lima y el Callao.

En 1983 fundó en el primer puerto el Liceo Peruano, destinado a la enseñanza de señoritas; al año siguiente se graduó de profesora de Instrucción Primaria e inmediatamente dirigió la Escuela Municipal N.º 10 del Callao, en la que laboró diez años.

Por la década de 1890, tomó la dirección del Liceo Fanning, que fundó la también notable educadora y escritora Teresa González de Fanning, viuda del marino Juan Fanning García, quien cayera en acción en la Guerra del Pacífico.  

El liceo funcionaba en la calle La Faltriquera del Diablo –hoy Belén– y era en su tiempo el mejor colegio de señoritas de la capital. Al responsabilizarse de su dirección, Elvira continuó la senda de su antecesora, y en ese cometido introdujo una serie de reformas, entre ellas el curso de Educación Física, para lo cual contrató a una profesora estadounidense.

Al enterarse de esto, algunos padres de familia consideraron los ejercicios inconvenientes e incluso perjudiciales para sus hijas y las retiraron del colegio. Y en ese andar, como anexo al liceo, inauguró en 1902 el primer jardín de la infancia que se abrió en Lima.

 Por otro lado, fue la primera mujer que se graduó de profesora de segunda enseñanza en el país. Le otorgó el título la Universidad Mayor de San Marcos en 1906.   

También enseñó en el Cusco, adonde viajó en 1915 por encargo del presidente José Pardo y Barrera, para dirigir el celebérrimo Colegio Educandas de Nuestra Señora de las Mercedes, en cuyas aulas se formó otra extraordinaria mujer: Clorinda Matto de Turner.

Tras esa nueva experiencia viajó a la Argentina, Uruguay y Brasil para observar de cerca sus orientaciones pedagógicas. 

En 1928 se inauguró el primer Colegio Nacional de Mujeres (llamado después Rosa de Santa María), y doña Elvira, que a la sazón contaba con 66 años de edad, fue nombrada profesora de castellano y, posteriormente, directora.

En ese cargo pugnó durante diez años. Anciana, y ya retirada del magisterio, continuó escribiendo en diarios –El Comercio, La Prensa y La Crónica– y revistas como Mundial, Hogar, etcétera.

Además, volvió a sus libros. Publicó alrededor de 25 volúmenes, no solo de su especialidad sino también sobre historia y asuntos nacionales, por los que sintió especial predilección, entre ellos cabe destacar: La mujer peruana a través de los siglos (dos tomos), Caminos de la Vida y Frente a la humanidad. 

Elvira era una convencida de que la educación –como se dice hoy, después de 60 años–es la clave para salir del subdesarrollo.

Falleció hace 62 años –el 23 de octubre de 1951–, a la avanzada edad de 89 años. Una de las grandes unidades escolares de la capital lleva su nombre.
 
 
 

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