miércoles, 23 de octubre de 2013

E D I T O R I A L

POLICÍAS Y COMISARÍAS DELINCUENTES
 
 
Existen grandes males sociales que por ser elucubrados por los genios del delito, son difíciles en detectar erradicándoles de raíz.  Dice, una versión muy conocida y popular: "Hecha la ley, hecha la trampa"; es una verdad inequívoca del tiempo, que explica los negros procedimientos que siempre surgen sacando la vuelta, estableciendo el beneficio a delincuentes de cuello y corbata.

Propiamente, queremos referirnos entre un universo de estas calañas, a los actos registrados en los famosos operativos vehiculares que ejecuta la policía de tránsito de la PNP.  Estos surgen y son explicados magistralmente en la opinión ciudadana, al decir: "Los policías están de hambre", han salido a la rebusca y los que pagan el pato, son los pobres transportistas. 

En efecto, las conclusiones las estamos tomando de los famosos operativos que se disponen en la ciudad petrolera de Talara.  Cuando todo creen que la intención es combatir, curar, detectar, perseguir a quienes hacen daño a la sociedad, al final, la realidad  grotesca evidencia resultados tenebrosos.

El policía, que a nombre de la sociedad y de su Institución, realiza una jornada de profilaxia, no contribuye en su función, con los objetivos que se buscan tratando de dar confianza a los vecinos, ordenando el tránsito, introduciendo coyunturas que oxigenen a la sociedad afligida, golpeada por los que destruyen y arrasan con los derechos de la gente.

El agente policial, va en busca de su beneficio aplicando de modo perfecto, la extorsión.  Es decir del error, la falla de un transportistas, de ello, nace el policía delincuente o tenebroso.  Desconociendo derechos, usurpando funciones que no le corresponden conduce al supuesto infractor a su comisaría -o- mejor dicho en la casa del jabonero  y allí lo "calatean" sin misericordia.

Absurdo pero cierto.  Ya no se trata de las bandas de facinerosos que acechan en las calles a los ciudadanos para asaltarlos, se trata de los mismos policías que son formados profesionalmente al servicio de la ley y al orden constitucional; siendo que salen de la escuela como fieras hambrientas a robar impunemente y a vivir como parásito a costillas de indefensas poblaciones. 

Si el elemento policial "cutrero, extorsionador, coimero", sabe que toda multa o papeleta, por infracción de tránsito, se cancela en las municipalidades respectivas, ¿por qué razón cambia las reglas y demanda pagos en efectivo?.  Qué diferencia puede establecerse entre el delincuente que asalta y lleva a su víctima a su guarida para violarla?, con el mal policía que convierte a su comisaria como su antro, o centro de operaciones de sus delitos.

Es urgente que en la ciudad petrolera de Talara, el Mayor Comisario, verifique la andanzas de sus subalternos.  No es difícil escuchar a los transportistas cuando tengan que verter sus quejas, denunciar los abusos, extorsiones.  En esos procedimientos, el policía exige dinero comprometiendo a su Institución pidiendo apoyo -o- confesando que tiene que llevar algo para sus superiores.

Por eso, ¿cómo puede una población sentirse respaldada, bien custodiada, si los que están a cargo de esta tarea, son mismos asaltantes?.  Es necesario que el Ministerio Público custodie, vigilen los operativos; es necesario que los policías a quienes se les encarga esta función sean por meritocracia, verdaderos profesionales y dignos defensores de los derechos ciudadanos.  De ninguna manera admitir comisarías que son madrigueras de delincuentes encubiertos.
 

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