domingo, 25 de setiembre de 2011

OPINIÓN… Hacia una revolución productiva

Autor:
Jorge Sandoval Córdova *

Cuando el presidente de la República, Ollanta Humala Tasso, y todos los peruanos comprometidos en verdad con un destino común de igualdad y justicia hablamos de inclusión social, no utilizamos una frase conceptuada simplemente para hacer buenos discursos, sino que estamos enarbolando una nueva bandera de cambio profundo en nuestra sociedad para acabar con la pobreza y la desigualdad.

Así lo demuestra en la práctica la creación del nuevo Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, (Midis), llamado a convertirse en el motor y la central nerviosa de una nueva acción y un enfoque replanteado del papel que corresponde a la inversión y a los programas sociales con los que el Estado aspira a cerrar las enormes brechas de pobreza, desigualdad y falta de oportunidades que afectan a millones de peruanos.

El 28 de julio, cuando el Jefe del Estado asumió el mando constitucional de la nación, manifestó: "Hacer de la inclusión social una prioridad exige que el conjunto de los programas sociales sean agrupados y articulados en un Ministerio de Desarrollo y de Inclusión Social, para que el desarrollo pueda llegar efectivamente a los que más lo necesitan".

Como ya es una característica permanente del Gobierno, este compromiso asumido con el pueblo peruano se ha hecho realidad antes de cumplirse dos meses de gestión gubernamental, con la aprobación del Congreso de la República, como corresponde a un Estado de derecho democrático.

Con la autoridad que le confiere  su prolongada y persistente labor pastoral y evangelizadora en los barrios más pobres de nuestras ciudades costeñas, monseñor Luis Bambarén, ex presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, ha manifestado que el nuevo ministerio tendrá el reto de realizar una "revolución productiva" con los programas sociales, dejando atrás la visión asistencialista.

Esa será, en efecto, la misión principal del Midis: asistir y apoyar a los más pobres del país, no con la caridad de la dádiva y el reparto asistencialista e improductivo de los recursos del Estado, sino con una visión más amplia de la solidaridad, promoviendo el desarrollo de los pueblos marginados, incluyéndolos progresivamente en el aparato productivo mediante el autodesarrollo y la apertura de mercados.   

En adelante, los programas sociales tienen que ser productivos para hacer de la inclusión una realidad, una verdadera revolución del Perú profundo y olvidado.

En su primer mensaje a la nación, luego de definir a nuestra patria como un "crisol de razas, culturas y tradiciones", el presidente Ollanta Humala dijo: "Somos diferentes pero iguales en el fondo, labramos nuestra existencia... en el esfuerzo cotidiano. Somos mezcla y creatividad. Somos imaginación y trabajo. Y esta diversidad, que queremos integradora y no marginadora, constituye el fundamento de nuestra riqueza".

He allí la filosofía profundamente humanista que guiará en el futuro la acción permanente del nuevo ministerio. 
 
* Periodista.

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