viernes, 30 de setiembre de 2011

OPINIÓN… La violencia doméstica es un asunto de todos

Autor:
Luz María Helguero *

En Máncora, las autoridades decidieron esta semana unirse para retomar el trabajo de lucha contra la violencia doméstica que afecta, principalmente, a mujeres y niños. La idea es disminuir los indicadores de maltrato físico, psicológico y sexual.

El problema de Máncora no es aislado y en esta región parece ser producto de una cultura de violencia y agresión, generalmente masculina. Estamos dentro de las cinco regiones con mayor violencia intrafamiliar. Esta situación no es cosa de la familia, sino de la sociedad en general porque nos hemos vuelto insensibles ante el daño a las personas. Lo que no nos damos cuenta es que si en una familia existe violencia, ésta luego trasciende la esfera familiar y pasa al ámbito social afectándonos a todos.

Los hijos de los hogares en los que existe maltrato físico, psicológico y sexual luego pasarán a convertirse en victimarios. Golpearán a sus parejas, a sus hijos e incluso a su madre y hermanos. Las mujeres que crecieron en un ambiente violento tendrán poca autoestima, dejarán que de grandes las maltraten porque es el modelo o patrón de conducta con el que crecieron y, lo que es peor, serán ellas maltratadoras de los más débiles de sus familias: sus hijos o sus hermanos menores.

No es raro que en un ambiente de violencia la baja autoestima, la delincuencia, el consumo de drogas (alcohol, PBC y otros) y otras lacras sociales tengan caldo de cultivo. Son pocos los que pueden romper el círculo de la violencia y el maltrato y adoptar nuevos modelos de conducta familiar y social.

Por eso, hacen bien las autoridades de Máncora en fijar su atención en este asunto que debería ser preocupación regional. Primero hay que educar a la gente. Decirle que no es normal que alguien la maltrate o violente y que el amor no lo justifica. Hay que sancionar a los maltratadores y hay que darles educación. En este punto ya existen experiencias en Piura de centros en donde acuden hombres maltratadores a aprender a comportarse, a transmitir su frustración de una manera más civilizada, alejada del golpe y el maltrato.

En los casos extremos hay que brindar protección y amparo a la mujer y a sus hijos. Hay que insistir mucho en el tema de romper los modelos de crianza y comportamiento e instaurar otros en los que exista en las parejas comunicación, amor, respeto e igualdad. Si las parejas logran entender su rol, entonces podrán educar mejor a sus hijos y tratarlos también con respeto y amor.

El pleito en una casa no es asunto de esa familia. Tarde o temprano la violencia de un hogar trasciende porque los hijos serán igual o más violentos que sus padres.

* Periodista.

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