El gobierno debiera cambiar su actitud medio plañidera que tiene ante la prensa pues, sin que esto signifique una amenaza a la libertad de expresión, no se ve bien que se ande quejando con frecuencia creciente sobre las preguntas que le hacen o los titulares que le ponen.
El incidente más reciente fue el que se originó por la incapacidad del presidente Ollanta Humala de responderle en Nueva York al periodista de Univisión que le preguntó si descarta buscar la reelección en el año 2016, ante lo cual se enredó exigiendo que no le falten el respeto, lo que no tiene ningún sentido.
En lugar de esa respuesta desafortunada, unos días después manifestó, ante una pregunta similar pero respondiéndola con seguramente mucho mejor asesoría, que cómo estará de bueno su gobierno que algunos creen que se puede reelegir pero que no está interesado en ello pues la Constitución se lo impide y no piensa cambiarla para habilitar su eventual candidatura.
Pero mucho más sorprendente que la baja capacidad de reacción del presidente ante una pregunta tan sencilla –especialmente cuando, como candidato, supo sortear emboscadas bien montadas–, fueron los comentarios de quienes, hasta ahora, siguen pretendiendo desacreditar al periodista Jorge Ramos por hacer su pregunta supuestamente impertinente.
La plena pertinencia de la pregunta se justifica por la propia respuesta de Humala, la cual refleja, como señala el periodista Luis Jaime Cisneros, que “el presidente tiene que aprender que no todas las entrevistas tienen un guión”.
Debiera aprender, además, que el periodismo no está para halagar al poder sino para incomodarlo para obtener respuesta hasta a preguntas ‘impertinentes’, siempre que se hagan con el respeto debido por cualquier persona, como el presidente.
Pero ese no parece ser el ánimo en el gobierno. Ayer nomás, los diarios informan que el asesor presidencial Carlos Tapia advierte que hay una nueva campaña mediática contra Humala, mientras que el presidente del Congreso, Daniel Abugattás, ha dado varias entrevistas con comentarios adversos a la prensa.
En algunos casos, incluso, Abugattás tiene razón, lo que hace recordar a los periodistas que ese comportamiento de otorongo que tanto les criticamos a los congresistas no debiera pegársenos al punto de –como se observa lamentablemente en estos días– se está dispuesto –por ayayerismo o por conveniencia– a justificar hasta lo injustificable llegando al ridículo.
Hay, sin duda, medios que critican por todo al gobierno pues se la tienen jurada, aunque algunos ya han iniciado el proceso de aggiornamiento (o de acomodo vergonzoso). Pero eso es parte de una democracia. Aguantar a pie firme el embate mediático es mucho más conveniente para el gobierno que andar quejándose como plañidera.
* Periodista.
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