viernes, 21 de marzo de 2014

PUBLICAN LIBRO INÉDITO DE JUAN RAMÓN JIMENEZ

Juan Ramón Jiménez fue uno de los hombres más desdichados y atormentados de su tiempo, habiendo sido también uno de los más grandes. Acaso por eso fue el escritor más combatido y parodiado de todos. “Más calumniado”, dirá él. No creo que ningún otro poeta viviera durante casi sesenta años, desde sus dieciocho, sacudido por ataques tan continuados de pánico, excusados en dolores físicos que lo mismo lo levantaban al vértice de la locura que lo hundían en la desesperación y la misantropía. Un verdadero infierno para un enfermo no siempre imaginario. Tanto como su obra, conmueve su vida, y anonada. Y pese a su extraña enfermedad, o precisamente por ella, escribiendo sin desmayo miles de páginas: poemas, aforismos, retratos, críticas, prosas, ensayos, recuerdos, cartas, conferencias, cuentos… y la mayor parte de ello de primer orden, con mil registros distintos, desde la lírica más exaltada hasta la sátira. “El martirio de escribir”, lo llamará. Nadie trabajó tanto como él, ni los grandes galeotes de la literatura.

 La historia de este dolor ve ahora la luz: “Si yo estuviera sano, sería uno de los hombres más grandes del mundo… ¡Ah, si supierais los jérmenes decididos a estallar que llevo dentro! ¡Si yo pudiera emplear mi vida entera en mi pensamiento! ¡Si mi salud igualara a mi voluntad, al ansia de saber, al afán de viajar, de obrar, de aniquilar, de construir!”, confesará.

 Fue este uno de sus libros más largamente acariciado y pensado, y otro más de los que truncó su muerte. Le importaba mucho, porque iba a ser la historia de su vida, pero también la de su voluntad: “Me he propuesto que sea, por encima de todo, honrado, exacto y justo”, dirá en uno de los prólogos, y después de decirnos que hace ya mucho que no se desnuda en público leyendo, confiesa: “Hoy me deshueso ante ustedes. Verán ustedes huesos escritos”.

Tras muchos títulos provisionales, tituló este verdadero testamento vital y poético de una forma sencilla: Vida.

 Iban a ser mil páginas, y en quinientas se ha quedado en este primer tomo, muchas inéditas (más otras tantas de notas). Juan Ramón Jiménez (Moguer, 1881-Puerto Rico, 1958) conocía la importancia de su obra, y por ello sabía que su vida no podía dejarla en manos extrañas.

 Empezó a pensar en este libro hacia 1928: recuerdos, fragmentos de obras anteriores que hacían referencia a cosas de su vida pasada, cartas suyas y de otros, aforismos biográficos, poemas que le dedicaron, polémicas de los periódicos, sueños, genealogías estéticas, políticas y morales, retratos de amigos, familia, enemigos, conocidos y saludados, en fin: el siglo. Porque, y pese a ser un retraído, no hay ningún poeta español que conociera a tantas gentes ni hubo nadie que, pudiendo, no quisiera conocerlo a él. De la suma de todo eso, algo en verdad de locos, papelitos, carpetas, recortes, cajas, quedó este collage.

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