lunes, 24 de marzo de 2014

EL GRINGO VIEJO.

Alonso CuetoEn este año, pródigo en aniversarios, el de la muerte de Ambrose Bierce no tiene una fecha exacta. Bierce, autor de Diccionario del diablo, de muchas columnas periodísticas,  y de varios relatos, entre ellos “Incidente en el puente del Búho”, tuvo una vida llena de aventuras que coronó con una muerte que se convirtió en legendaria. A fines de 1913 o a comienzos de 1914 decidió cruzar la frontera y entrar a México en plena Revolución. Algunos han afirmado que se unió al ejército de Pancho Villa y otros biógrafos lo han desmentido. El hecho es que nunca más se supo de él.

Su vida había sido bastante desdichada pero, como todo escritor, se aprovechó de ella como una fuente para sus obras. Originario de Ohio, tuvo catorce hermanos. Sus excéntricos padres le dieron a todos sus hijos nombres que empezaban con la letra “A”: Abigail, Anne, Augustus, Aurelio, etc. Muy joven, Ambrose se alistó en el ejército de la Unión en la Guerra Civil. Llegó a tener el grado de teniente y peleó en una de las batallas más sangrientas, la de Shiloh, lo que le dejaría heridas psicológicas para el resto de su vida. Su matrimonio con Mary Ellen Day sería en cierto modo una prolongación de la Guerra. Tuvo tres hijos, dos de los cuales murieron jóvenes, uno de ellos consumido por el alcoholismo.

Luego de descubrir las cartas de un admirador a su mujer, Bierce iba a divorciarse. Dedicado al periodismo en San Francisco, fue absorbido por el grupo de Randolph Hearst y llegó a tener una influencia importante con sus columnas.  

“Incidente en el puente del Búho” es leída hoy en infinidad de clases y talleres literarios como un ejemplo de las astucias de un narrador que manipula los cambios de realidad en su protagonista. Es un texto ingenioso y a la vez dramático. A lo largo de sus artículos, esta mezcla de ingenio y dramatismo, impregnada de humor, es una marca personal. Puede comprobarse en algunas de las frases que nos dejó: “La guerra es el método que Dios inventó para enseñarles geografía a los norteamericanos”, “El amor es una locura temporal cuyo remedio es el matrimonio”, “La amabilidad es la forma de hipocresía más aceptable”.   

Pero el hecho central de su vida, y acaso de su obra, es su muerte, es decir su ingreso a México en tiempos de la Revolución. En su última carta escribió a un amigo: “Adiós. Si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mexicano y me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que yo pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Supera a la ancianidad, a la enfermedad, o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en México. ¡Ah, eso sí es eutanasia!”.

Una de las versiones de su muerte señala la fecha de enero de 1914 en el sitio de Ojinaga. La razón es que un registro de la batalla consigna la muerte de “un gringo viejo” por fusilamiento en el cementerio. Carlos Fuentes tomó ese título para una novela. Lovecraft se refiere al tema en El que acecha en la oscuridad. Otros libros y películas han abordado episodios de su vida. Pero el misterio y la leyenda de su muerte continúan. Igual que muchas frases escritas con el mismo coraje.

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