viernes, 26 de octubre de 2012

O P I N I Ó N

 
Marxistas, incas y caviares (I)
 
 
Imagen de Armando Villanueva del CampoDurante su estadía en la Unión Soviética en 1924, Haya de la Torre fue amigo de Nadezda Konstantinovna Krupskaia, viuda de Lenin, a la que visitaba con frecuencia. Vladimir Ilich había muerto meses atrás. En oportunidad en que Víctor Raúl ofrecía una conferencia a un grupo de konsomoles, sobre las Universidades Populares del Perú, fue escuchado por la señora Krupskaia que era maestra: tenía alrededor de 60 años y se había casado con Lenin cuando ambos estaban deportados en Siberia.
 
La señora Krupskaia invitó a Víctor Raúl varias veces a su pequeño departamento. Una tarde la encontró acompañada por un hombre de mediana estatura, cara blanca y bigotes oscuros. Vestía uniforme militar y era nada menos que el mariscal soviético MIHAIL VACSTEVIC FRUNZE.
 
Y Frunze había luchado a los 20 años en los alzamientos de 1905. Y con León Trosky en la Gran Revolución de 1917 organizó al Ejército Soviético que derrotó a Wrangel, jefe de las fuerzas anticomunistas y tuvo otras grandes victorias. Cuando conoció a Víctor Raúl era director de la Academia Militar y Vice Comisario de Guerra. Al saludarse y enterarse Frunze que estaba ante un peruano le dijo: “Pertenece usted al país que tuvo uno de los mejores ejércitos de la historia”.
 
Haya de la Torre quedó sorprendido y mantuvo silencio interrumpido por el mariscal quien le dijo: “Sí, porque usted es del país de los Incas”. La conversación continuó y Frunze dijo: “un marxista no puede ignorar lo que Marx destacó en sus estudios sobre las sociedades no europeas como las asiáticas que también tuvieron fuertes organizaciones armadas, pero diferentes a las que él llamó antiguos peruanos”.
 
Frunze se vio dos veces más con el líder peruano; una de ellas el mariscal estuvo acompañado por su secretaria. Se llamaba Olga Smirnov.
 
Haya de la Torre en la conversación que tuvo conmigo en torno al tema que estoy tratando, me agregó: “A Olga Smirnov la ví por última vez encontrándonos en París, en 1925, y me dijo, melancólicamente al despedirse: debo volver a Moscú pero no estoy segura” (1). El mariscal Frunze murió ese mismo año. Se dijo que por una operación al estómago que Stalin había ordenado “a sus mejores médicos”.
 
Al recordar al “camarada Frunze” va mi homenaje a quienes cultos y auténticos revolucionarios conocieron lo que Marx llamó El Perú Antiguo. Al tratar sobre este punto se refiere al Imperio de los Incas. Nunca dijo el creador del Comunismo Científico que el Perú antiguo había sido comunista. Lo que sucede es que los caviares no han leído “El capital” quizás más preocupados de hacer su “propio capital”.

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