miércoles, 31 de octubre de 2012

N A C I O N A L

 
Susana Villarán
 

La alcaldesa de Lima ha recibido muchas críticas, de diversos sectores y desde diversos ángulos, en sus primeros seis meses al frente de la Municipalidad de Lima. Según Ipsos/Apoyo, la desaprobación a su gestión subió de un 28% en enero hasta un 54% en junio.
 
Es cierto que la alcaldesa ha pagado el precio de un voluntarismo excesivo, de los largos años de ausencia de cuadros de izquierda en el poder, del atrincheramiento de los mismos en ONG, cuya lógica de funcionamiento es sustancialmente diferente a la del Estado, de contar con un núcleo técnico y político muy capaz, pero muy pequeño, de haber generado demasiadas expectativas en la campaña, y de subestimar los retos tanto políticos como de gestión que tendría que enfrentar.

Sin embargo, también es cierto que Villarán ha sido víctima de la politización de la evaluación de su gestión, que le ha puesto estándares absolutamente desmedidos, que no guardan comparación con la evaluación de los primeros seis meses de gestión del ex alcalde Castañeda, por ejemplo. Es cierto también que las críticas a Villarán son consecuencia del marcado contraste entre su estilo de gestión y el del alcalde anterior, de su afán fiscalizador, que choca con los intereses tanto del ex alcalde como del próximo ex presidente, ambos obsesionados por dejar el poder inaugurando grandes obras, a pesar de que no han sido terminadas, o lo han sido a expensas de ineficiencia, sobrevaluaciones y otras consecuencias negativas.

También es cierto que la campaña negativa en contra de Humala durante las elecciones presidenciales afectó también negativamente a Villarán. A propósito, cabe recordar que durante la campaña municipal las críticas a Villarán solían concentrarse en el poder que tendrían fuerzas radicales de izquierda, cosa que no se ha dado en absoluto.

Respecto a la evaluación de su gestión, recordemos dos cosas: primero, que Villarán ganó las elecciones con un 34% de los votos emitidos, y su aprobación en junio no está muy por debajo de eso, está en un 30%; y segundo, que el aumento en la desaprobación, constante desde enero, parece haberse detenido. De hecho, entre mayo y junio la aprobación a la gestión subió de un 27% al 30%; en cuanto a la desaprobación, subió fuertemente de 45% en abril a 53% en mayo, para subir muy ligeramente al 54% en junio.

De aquí en adelante, lentamente, pienso que la aprobación a la gestión de la alcaldesa aumentará, y las críticas se desvanecerán, por carecer de sustento la mayoría de ellas. Además, con Humala en el gobierno nacional, las posibilidades de cooperación probablemente aumentarán, y las críticas de los sectores conservadores se concentrarán en el presidente. Además, las fuertes críticas recibidas han hecho que esté en proceso de implementación un ambicioso plan de inversión que en unos meses cambiará la impresión predominante en este momento, lo que permitirá plantearse metas más ambiciosas a mediano plazo.

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