lunes, 19 de agosto de 2013

SEMÁFORO ELECTRÓNICO

NECESITAMOS ESTADISTAS EN EL GOBIERNO Y EN LA OPOSICIÓN.

 
Parecía no ser cierto lo que escuchábamos y mucho menos que era en el Perú. El martes pasado el presidente Ollanta Humala –el mismo que en mayo recibía aplausos mientras explicaba en el World Economic Forum, en Lima, el “milagro económico peruano”– declaró a los medios que la crisis había llegado al Perú. El ministro de Economía, Miguel Castilla, tratando de suavizar el mensaje señaló que la época de las vacas no gordas ya estaba aquí. El primer ministro, Juan Jiménez, convocó, a nombre del Gobierno, a los partidos políticos para acordar una agenda común frente a la coyuntura adversa. Toledo, García, Keiko y algunos más criticaron al Gobierno.
Así las cosas y contrastando la realidad hay que tomar decisiones. Muy al margen de si estuvo bien o mal lo dicho, a estas alturas del partido, hay que reconocer que el presidente es quien es y no vamos a cambiarlo. Machacarlo no va a convertir a Humala en otra cosa. Entonces hay que mirar esta circunstancia como una oportunidad buscando en nuestra reciente historia alguna inspiración.
 
El “milagro peruano” no deja de serlo ni tampoco va a sucumbir porque alguien lo dice ni tampoco porque baja la recaudación por el menor precio de nuestros minerales. No vamos a dejar de crecer porque el “factor externo” nos va a sacar del “track” en el que estamos. Seamos ecuánimes. El crecimiento actual es fundamentalmente producto del esfuerzo, optimismo y trabajo de nosotros mismos. Nadie, y menos el Estado, nos regaló nada. Eso lo saben, mejor que nadie, los capitalistas populares del Perú emergente. Es el Perú rural que, como dice Richard Webb, está más que nunca conectado al Perú urbano y a la globalización vía celular. Por eso, si hay algo verdaderamente milagroso, es que hemos crecido y seguimos haciéndolo, mucha veces, a pesar del Estado. Avanzamos arrastrando muchas cosas mediocres o malas pero vamos adelante en la dirección correcta.
 
Quizá, por esto, sea el momento de pedirle al Gobierno que verdaderamente inyecte optimismo, promueva el diálogo y convoque a todos. No sólo requerimos la inversión de las grandes empresas o la activación de los grandes proyectos paralizados; es indispensable el golpe de ánimo a los millones de empresarios populares. Finalmente este nuevo Perú, el del milagro, está hecho por ellos y por la nueva y creciente clase media y sus enormes expectativas. No hay que repetir que llegó la crisis, hay que decir que juntos sí podemos vencerla como antes lo hicimos. Es el momento de la suma, del aporte, del compromiso pero también de poner el reto por delante. Las batallas de la hiperinflación y del terrorismo las ganamos; y por lo tanto una crisis mundial –que tampoco es tan grave porque China se recupera, Europa comienza a estabilizarse y Estados Unidos crece– no va a poder más que nuestro coraje, talento y optimismo. Hemos sido, los peruanos, capaces de hacer cosas buenas y sorprendentes en mucho peores condiciones. Lo hemos demostrado.
 
Ahora bien, si esto puede llevarlo adelante el actual equipo político del gobierno, con Jiménez Mayor a la cabeza, es un tema por discutir. Hay, sin duda, que dar un golpe de timón. Pero no es la hora de los hombres sino de las ideas. Bien harían algunos en ponerse de costado, en todos los bandos, porque además si de esta crisis alguien pretende calculadamente salir ganador puede terminar por la pata de los caballos. No hay que condicionar el diálogo a las personas sino al objetivo que debe ser: seguir creciendo. Necesitamos, ahora sí, estadistas en el gobierno pero también en la oposición.

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