martes, 6 de agosto de 2013

A C T U A L I D A D

SÁNCHEZ CARRIÓN, EL GRAN REPUBLICANO.
 

FUE EL IDEÓLOGO que iluminó los caminos de la independencia en sus años decisivos. Tan pronto salió a luz el proyecto monárquico favorecido por San Martín, José Faustino Sánchez Carrión se opuso a su designio resueltamente.

Lo hizo a través de tres cartas que firmó con el seudónimo de El Solitario de Sayán y una campaña a través de La Abeja Republicana, bisemanario en el que emprendió, en 1822, una de las primeras y más importantes demandas de la prensa peruana, al lograr que el primer gobierno en implantarse en el país fuese republicano y no monárquico.

Sánchez Carrión provenía del Perú profundo, de un pueblo enclavado en la sierra liberteña (Huamachuco), tierra que décadas después vio morir al heroico oficial Leoncio Prado.

Nació el 13 de febrero de 1787 y todo indica que sus primeros estudios los hizo bajo la orientación de clérigos lugareños. Fue un niño precoz: a temprana edad ya se había familiarizado con los fundamentos de latinidad y filosofía. A los 15 viajó a Trujillo, en cuyo seminario de San Carlos y San Marcelo estuvo a punto seguir estudios religiosos.

A los 21 años de edad se trasladó a la capital para estudiar Derecho en el Convictorio de San Carlos, que entonces dirigía Toribio Rodríguez de Mendoza, otro precursor de la independencia. En sus aulas destacó como alumno talentoso y, además, por sus ideas liberales. Y en ese sino, cuando aún era estudiante, se le confió la cátedra de Filosofía.
 
Luego, ya reconocido como liberal, hizo el elogio poético de la personalidad de José Baquíjano y Carrillo, y subrayó ante el virrey que la Constitución de Cádiz había labrado la igualdad entre españoles y americanos.

Más tarde, fue perseguido por la Inquisición por el delito de leer libros prohibidos, aunque parece que logró salir bien del apuro, porque después fue nombrado director de Digesto, y en 1817, al ser reabierto el Convictorio luego de una clausura de seis meses, se le encargó, no obstante su liberalismo, el discurso de agradecimiento de la universidad al virrey Pezuela.

Eran los años de constantes conspiraciones y movimientos libertarios, y todo revela que, como castigo, fue alejado de Lima por participar en actividades patrióticas. Al parecer, se retiró a Sayán, pueblo cercano a Huacho, donde descansó para restablecer su quebrantada salud.

A fines de 1820, tuvo la feliz oportunidad de estar entre los asistentes de la proclamación de la independencia en Trujillo, y, volteando el año, de retornar a la tierra de sus ancestros. Fue allí donde se enteró de la inminente llegada de la expedición de San Martín.

Meses después volvió a la capital, donde, enfervorizado por la causa emancipadora, fundó el Partido Independentista y editó La Abeja Republicana, en su época el periódico de formato más pequeño del mundo.

En esa histórica publicación, a partir del número 4, Sánchez Carrión empezó a publicar sus célebres cartas con el seudónimo El Solitario de Sayán.

Fue elegido constituyente, función en la que sobresalió como secretario del Congreso. Fue entonces uno de los redactores de la Primera Carta Política del Perú, inspirada fuertemente por el liberalismo. Luego integró, junto con el poeta Joaquín Olmedo, la comisión que viajó a Guayaquil para invitar a Bolívar a que continúe la guerra de la independencia en el Perú.

Sánchez Carrión fue el peruano que estuvo más cerca de Bolívar. Lo acompañó en toda la campaña libertadora y colaboró en su misión como ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. Y en esa condición, suscribió las invitaciones enviadas a los países americanos para la celebración de un congreso que se reuniría en Panamá.

Además, ejerció el cargo de vocal del Poder Ejecutivo mientras Bolívar viajaba a los departamentos del sur. En ese período no olvidó la tierra de su adolescencia, Trujillo, donde creó la universidad y la Corte Superior de Justicia, en tanto que en Lima instaló la Corte de Suprema de Justicia.

Doctor en leyes, miembro del primer Congreso Constituyente del Perú, ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores, escritor, periodista e ideólogo, todo eso y mucho más hizo de Sánchez Carrión uno de los personajes más cautivantes de la etapa de la independencia. Desventuradamente, tuvo una vida corta. Falleció a los 38 años de edad en Lurín, el 2 de julio de 1825. Su nombre es apenas recordado en una avenida de un distrito limeño.

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