miércoles, 28 de agosto de 2013

LA INDIGNACIÓN Y EL CINISMO.
 
 
Al momento de escribir estas líneas, las posibilidades de un ataque norteamericano a Siria han aumentado notablemente. Ello tras el bombardeo con armas químicas de una plaza fuerte de la rebelión en las cercanías de Damasco, perpetrado, como todo parece indicar, por las tropas gobiernistas; el saldo, aún por precisar, es de varios centenares de muertos entre hombres, mujeres y niños. Naturalmente, el régimen de Bachar al Asad atribuye la acción a los rebeldes, que, así, se habrían “autobombardeado” para provocar, precisamente, una reacción occidental. Rusia, firme aliado del gobierno sirio, apoya tal versión. Sin embargo, para Washington no hay dudas sobre la autoría del crimen.
 
Frente a ese panorama, al debate interno de la administración norteamericana sobre la conveniencia de una respuesta militar se suma la discusión pública de expertos y comentaristas en los medios de comunicación.
 
Entre las posiciones expuestas se encuentra la que se opone a toda acción que pudiera precipitar la caída del régimen sirio actual, por considerar que, sea quien gane la guerra civil, Estados Unidos saldrá perdiendo de todos modos, pues la alternativa a Asad son los extremistas islámicos. Por lo tanto, lo mejor para los intereses norteamericanos es que el conflicto perdure el mayor tiempo posible.
 
Es el típico caso de tensión entre el realismo frío y la indignación que despiertan determinados hechos en la opinión pública internacional. Si bien recientes encuestas indican que los ciudadanos estadounidenses se muestran reacios en su mayoría a una intervención de su país, las voces en favor de un castigo a Asad se hacen sentir con fuerza en la prensa mundial. Todo parece indicar que Barack Obama se está inclinando en este último sentido. Después de todo, su credibilidad está en juego, pues hace un año declaró que la utilización de armas químicas constituía una línea roja a no traspasar. Si no hace nada, el riesgo es que, en vez de una línea roja, el tirano de Damasco termine viendo una luz verde.

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