viernes, 9 de agosto de 2013

MITOS Y VERDADES DE LA INDEPENDENCIA


A MUCHOS PERUANOS se les enseñó la historia del proceso emancipador como generado por una “conciencia nacional” que vivieron los peruanos al margen de su nivel social.

A esto se añadió la idea, a todas luces inexacta, de una guerra de peruanos contra españoles, pues en estas tierras jamás hubo un ejército compuesto por peninsulares; en los ejércitos realistas solo algunos generales eran españoles, pero la inmensa mayoría de los oficiales eran criollos peruanos y la tropa estaba compuesta por indios y afroperuanos.
 
El movimiento emancipador fue liderado en toda Hispanoamérica por criollos influidos ideológicamente por las ideas liberales, es decir, admiradores de la Revolución Francesa e integrantes de logias masónicas.
 
Por el contrario, aquellos que defendieron la causa del rey eran personas identificadas con los valores tradicionales y conservadores: derecho divino de los monarcas, intolerancia religiosa, aceptación de una sociedad estamental y de las jerarquías propias del mundo feudal.
 
Esta diversidad ideológica estaba relacionada con los intereses materiales: los comerciantes, que buscaban la apertura al mercado mundial, tenían actitudes más progresistas que los privilegiados en la tradicional sociedad colonial.
 
Por esta razón, Abascal pudo mantener el orden colonial entre 1808 y 1814, años en que el rey estuvo preso en manos de Napoleón.
 
Por esta razón es que Bolívar no le tuvo simpatía alguna a la élite limeña, pues la consideraba enemiga del proceso liberador. De este modo podremos entender realmente cuál era el pensamiento de Bolívar y podemos ver que es un mito esa difundida idea del “antiperuanismo” bolivariano.
 
En julio de 1821, el virrey que era militar profesional entendió claramente que Lima no podía defenderse. Antes de partir hacia su nueva capital, el Cusco, el virrey pidió a los aristócratas que lo acompañaran; la mayoría no lo hizo.

Al quedar solos se llenaron de temor ante un posible levantamiento de los negros, mulatos e indios. Ese miedo los hizo llamar a San Martín, quien puso como condición para que sus tropas ingresen en Lima que los vecinos notables juraran la independencia.
 
Muchos de los marqueses y condes cuyos nombres figuran en esa célebre acta, que es leída cada 28 de julio, habían sido fieles defensores del rey y habían contribuido a aplastar levantamientos patrióticos.

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