lunes, 23 de setiembre de 2013

VOCACIÓN Y RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL MAESTRO
 
 
EN LOS ÚLTIMOS TIEM POS, la persona del docente, como la imagen del apóstol del saber y del conocimiento, se ha venido desdibujando por factores económicos, sociales y de política menuda.

El concepto que se tiene del maestro ahora se ha extendido, en diversos sectores de la sociedad, como el profesional que “entrena” a sus alumnos para el ingreso a instituciones de instrucción superior.

Ya poco importa la formación humanística de nuestros niños y jóvenes (hombres y mujeres), el sentido de responsabilidad social del estudiante para aprovechar lo aprendido en beneficio de su realización personal y, a la vez, buscar el bien común.

Esta falencia hace que hombres y mujeres, supuestamente bien “preparados” académicamente, no puedan ubicarse en la realidad y en el devenir histórico del que somos parte como ciudadanos y ciudadanas. Son innegables nuestras responsabilidades para con el país, que requiere de buenos gobiernos (nacional, regional y local) y así encontrar el camino hacia su desarrollo integral.

Este fenómeno nos desafía a recuperar la dimensión política de la vocación docente que comprometa al maestro con el destino de la colectividad en la que ejerce su labor.

Manuel González Prada, en su discurso en el Politeama y en el contexto de la existencia de la oligarquía terrateniente, en la época en la que le tocó vivir, demandaba: “A vosotros, maestros de escuela, toca galvanizar una paz (la del indio) que se adormece bajo la tiranía del juez de paz, del gobernador y del cura, esa tiranía embrutecedora del indio”.

A su vez, el célebre educador Juan Antonio Encinas afirmaba en su obra Un ensayo de escuela nueva en el Perú: “El más alto cargo que un ciudadano puede desempeñar en una democracia es el de maestro de escuela. Cuando la sociedad actual se sacuda del egoísmo y de los prejuicios que anquilosan sus más vitales funciones y cuando el maestro, por su parte, deje la rutina y se transforme en un líder social, entonces el magisterio habrá sobrepasado en importancia a cualquier otra actividad humana”.

En esta misma perspectiva el ilustre pensador José Carlos Mariátegui aseveraba que “ningún maestro honrado, ningún maestro joven puede ser indiferente a la suerte de los jóvenes y de los hombres que quieren dar a la sociedad una forma más justa y a la civilización un sentido más humano”.

Como podemos apreciar, la vocación docente tiene una dimensión política que busca el surgimiento de un mundo nuevo, de un orden económico, social y político justo, y de un hombre renovado, con integridad ética, para pensar y para actuar dando el paso trascendental del yo al nosotros.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario