lunes, 16 de setiembre de 2013

JESÚS NO ERA CRISTIANO.
 
Jesus¿Existió en verdad Jesús de Nazaret? En un primer lugar, la pregunta sobre la existencia histórica de Jesús es válida en tanto se pueda sostener con mayor éxito las investigaciones no solo de historiadores del cristianismo primitivo, sino de filósofos y filólogos. Precisamente, estos últimos serán quienes planteen el contexto más cercano posible para entender un poco mejor el escenario en donde se desarrolló la vida pública de Jesús.
 
Tomando en cuenta que sería una locura explicar la posibilidad de que Jesús no existió, me resulta más factible tomar la postura de que sí hubo uno, edulcorado, y de quien se vio la necesidad de fabricarle una historia sobre su infancia. Emulando los mitos helénicos de Heracles, Jesús debía tener un origen divino, inevitablemente. Sin embargo, ¿podrían imaginarse cómo saldría una biografía que solo puede basarse en la memoria popular? Pues, el resultado está ahí, en los textos sagrados.
 
De ser un mito, ¿el relato de Jesús hubiese sido tan imperfecto como la ciencia histórica lo demuestra? No obstante, mayor utilidad que preguntarse si él realmente existió, la encuentro en la pregunta: ¿cómo se le interpretó?
 
No cabe duda, Jesús nunca fue cristiano. Fue un rabino su vida entera, un maestro de la ley, se bautizó como tal y murió siéndolo. Nunca rompió el marco judío en el que se crió, ni mucho menos tuvo intenciones de hacerlo. Por lo tanto, ¿por qué tendría él que crear una nueva religión como la cristiana? Jesús jamás podría haber creado un dogma que negara al judaísmo.
 
Asimismo, el dios de Jesús fue Iahveh, una divinidad joven que adoptó los atributos del dios “El” (Alá para los musulmanes) y “Baal”, y que se caracterizó por ser un dios celoso.
 
Por otro lado, también es incorrecto afirmar que a su muerte se dio lugar “el cristianismo”. Los historiadores están de acuerdo en afirmar que se debe hablar de “los cristianismos”.
 
De igual manera, se estaría faltando a la verdad si afirmáramos que entre los judíos Jesús fue considerado el único Mesías, sobre todo, luego de su ignominiosa muerte. Es curioso –y lo he afirmado antes– que un hecho tan vital para el dogma cristiano, como la resurrección, no haya tenido testigos, ni haya sido relatado en los Evangelios, y que solo se tenga el testimonio de 4 mujeres, entre ellas el de María Magdalena, que solo afirmaron que habían visto a Jesús con vida; ¡vaya uno a imaginarse o explicarse qué significa eso!
 
La divinidad de Jesús nació tras aquella improbable resurrección, momento en el que se reinterpretó su vida entera. Sin embargo, ¿podría alguien creer que solo un judío resucitaría? No, esa historia hubiese sido inverosímil para cualquiera, ya que la promesa consistía en que todo judío converso estaría a la derecha del Padre antes del Día del Juicio, que se suponía llegaría en esa precisa generación.
 
El significado que tuvo la figura de Jesús corresponde a tanta interpretación se le dio inmediatamente después de su muerte. Por lo tanto, el cristianismo, como toda religión dinámica, tuvo varios fundadores, pero Jesús no fue uno de ellos. Él debe considerarse el fundamento.
 
Entre los fundadores del cristianismo debemos mencionar a Pablo de Tarso, quien pasó de la secta de los fariseos a la secta de los nazarenos (en otras palabras, fue un hereje). Es bien conocido su papel en los orígenes de esta nueva religión, pero debe darse crédito además a otros cristianismos que se fusionaron con la paulista, como el cristianismo detrás del Evangelio de Mateo, que presenta a Jesús como el nuevo Moisés; el cristianismo detrás de la Epístola de Judas y Santiago, que lo señala como un maestro de sabiduría; el cristianismo detrás del Evangelio de Juan, que lo señala como un ser preexistente; o el cristianismo detrás de Juan, autor del Apocalipsis, que afirmó que Jesús es el “alfa y omega”.
 
El cristianismo representa una teología donde el Antiguo Testamento es considerado como contenedor de un mensaje profético. Los dichos y hechos de Jesús fueron predichos en el Antiguo Testamento, como por ejemplo, en Isaías 7, 14 o Isaías 42-53. En otras palabras, lo que se buscaba era cumplir el esquema promesa-cumplimiento tratando de hacer encajar ciertos pasajes bíblicos en la vida de Jesús.
 
Entre los objetivos del “nazareno”, estuvo el de congregar a doce hombres que representaban a las doce tribus del Israel restaurado, el Israel idílico del que solo quedaban dos. Los que no aceptaran el mensaje de Iahveh serían condenados al fuego eterno, y así está escrito seis veces en los Evangelios. Asimismo, el reino de Dios tendría lugar en la generación de Jesús y sus contemporáneos (otro error que explica el hecho de que los judíos sigan esperando al verdadero hijo de Dios).
 
Es así que, Jesús de Nazaret no pudo instaurar ninguna religión porque, como mesías apocalíptico, anunció el fin de los tiempos para su generación, y no pensaba trascender más allá que su tiempo y espacio. Y a la interrogante sobre el destino de su cuerpo, más allá de alguna explicación sobrenatural, como la Resurrección, podría ubicarse en alguna fosa común como terminaba cualquier otro individuo que llevó una vida desapercibida e intrascendente.
 
Aún así, Jesús no deja de ser un personaje apasionante, misterioso, malinterpretado, pero a todas luces, muy carismático, que supo atraer a ciertas personas y convertirlas en sus seguidores. Humano al fin y al cabo. No me queda más que decir que, efectivamente, “el último cristiano murió en la cruz”.

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