jueves, 26 de setiembre de 2013

LA HORA DE LA LEÑA
 
Marco SifuentesSu mera existencia ya es escalofriante. La entrada en Wikipedia de “Catholic sex abuse cases” es larga y bien documentada. Más de 9 mil casos solo en los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. Y más de 1500 víctimas denunciantes entre 2003 y 2009, solo en ese país.
 
Desde 1995, más de cien curas de Australia han sido condenados por abuso sexual. En Irlanda se tuvo que organizar una Comisión especial para investigar casos desde 1936.
 
Del Perú, solo aparece el caso de Daniel Beltrán Murguía Ward, un laico consagrado sodálite, a quien la Policía encontró in fraganti, en 2007, con un niño al que le había ofrecido videos de Pokemon.
 
Falta actualizar Wikipedia con el caso de Germán Doig, Vicario General del Sodalicio y Coordinador del Movimiento de Vida Cristiana, un peruano que estaba a punto de ser beatificado (para más casos sobre la delirante “Familia Sodalicia”, ultraconservadores con sabor nacional, recomiendo leer el blog Las Líneas Torcidas, de Martín Scheuch).
 
Y, por supuesto, falta actualizar esa entrada con el caso del obispo auxiliar de Ayacucho, Gabino Miranda. Este sujeto pertenecía –según la propia ACI Prensa, el organismo de comunicaciones del eje Opus-Sodálite– a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz desde 1989. Según la misma página de “la obra”, esta sociedad es una “asociación de clérigos, intrínsecamente unida a la Prelatura del Opus Dei”.
 
No extraña, entonces, que el mayor representante del Opus en nuestro país, el arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, haya minimizado el caso:
 
“No hagamos leña del árbol caído. No exageremos cuando queremos maltratar a nadie”, dijo Cipriani. Sí. La misma persona que le niega derechos a unos, pasa por agua fría las monstruosidades de los suyos.
 
Eso no es todo. Luego agregó, refiriéndose a Bambarén (quien confirmó la identidad del obispo pedófilo): “No me parece de buen gusto que un obispo retirado haya hecho una denuncia un poco exagerada o dura. El Papa nos habla de misericordia. Tolerancia cero sí, pero misericordia, justicia y derecho a la defensa”.
 
El arzobispo de Durban, Sudáfrica, dijo que la pedofilia era una enfermedad y no un crimen. ¿Les suena conocido?
 
Por cierto, Cipriani, zorro viejo, aclaró rapidito que “no estaba enterado del caso”. Porsiaca.
 
En Kansas, el obispo Robert Finn fue sentenciado a dos años de prisión por ocultar el caso de Shawn Ratigan, que había tomado cientos de fotografías pornográficas a niñas. El padre Ratigan, por su parte, fue sentenciado a 50 años de prisión.
 
Perú es uno de los países más católicos de la región, si no del mundo. La mayoría de colegios particulares están en manos de órdenes católicas. ¿Cuántos casos como los de Doig o Miranda todavía no se conocen? ¿Cuántos se conocen y se ocultan?
 
Si la Conferencia Episcopal tenía una cantidad de pruebas suficientes como para destituir al obispo Miranda, ¿por qué no lo denunció ante las autoridades? Miranda está no habido. ¿No son acaso también responsables quienes sabían que había cometido un delito y lo ocultaron?
 
En un país en el que la impunidad campea, a veces damos pasos en la dirección correcta. Hay un expresidente en la cárcel (con suerte tendremos un par más). En una democracia real, todos somos iguales. Para bien y para mal. Que pague no solo el pedófilo, sino también quien lo encubrió.

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