Escribe: Ántero Flores-Araoz (*)
Desde siempre se ha considerado que lo que cualquier persona tiene más cerca es su familia. Igualmente que entre los familiares con lazos sanguíneos o de afinidad, existe la obligación de darse la mano, esto es de ayudarse, de colaborar, de defenderse y de sanamente protegerse.
El asunto no sólo es moral sino también legal, tanto es así que nuestro Código Civil establece obligaciones de asistencia entre los cónyuges y llega hasta fijar deberes alimenticios recíprocos entre ascendientes, descendientes, hermanos y cónyuges. En materia penal no pueden ser obligados a testificar el cónyuge o la conviviente del imputado y los parientes cercanos.
Lamentablemente la ayuda entre parientes no es siempre así, pues en el caso de algunos funcionarios públicos, y especialmente de quienes ejercen la primera magistratura del país, la parentela ha resultado una dura carga a sobrellevar, que no solamente limita acciones gubernamentales sino que daña imagen de quien ejerce la gestión, pone cabes y zancadillas y crea sin fin de problemas de los que prudente y oportunamente se debe tomar distancia.
Lo sensato para quien ejerce o ejercerá la primera magistratura, es deslindar a tiempo y públicamente señalar que es él o ella, únicamente quien ejerce el cargo y que para cada área los responsables de gestión son o serán sus ministros y el primer ministro como todo terreno y para todos los temas, y punto final. Y si se quiere ser muchísimo más directo y sin ningún disimulo informar que los parientes nada tienen que ver con el Gobierno, que no lo representan, que no son sus voceros y que carecen de autorización para cualquier gestión ajena al ejercicio de sus derechos como cualquier otro ciudadano.
Las molestias, incomodidades y vergüenzas que muchas veces hacen pasar los parientes a los gobernantes, van de más a menos desde actos de corrupción, pasando por ejercicio de influencia, hasta la preferida frase de los “sobrinísimos”: ¡No sabes quién soy yo! ¡Ya vas a saber con quién te metes!, cuando cometen alguna infracción de tránsito y son detectados por la Policía.
Además hoy en día por el avance de técnicas de interceptación de comunicaciones, tienes que dejar de ser cortés frente a pretensiones por lo menos equívocas, y enviar a quienes las presentan donde el famoso Padre Padilla, y ello sin medias tintas.
Ojalá no se tenga que llegar a la situación de gobernantes que pregunten al cielo, ¿Por qué no soy huérfano? ¿Por qué no soy hijo único? Y ¿Por qué no soy soltero y sin hijos? Para así poder gobernar sin parientes no deseables que en lugar de ayudar complican y perturban. Son más que un dolor de cabeza.
(*) Abogado y político.
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