jueves, 28 de julio de 2011

OPINIÓN… Vilcabamba en la historia

Escribe:
Hildeyardo Ramírez Paredes (*)

Cuenta Kim MacQuarrie en su libro “Los últimos días de los Incas” que la primera  vez que el historiador norteamericano Hiram Bingham visitó el Perú, en 1909, quedó profundamente impresionado cuando escuchó la historia sobre Vilcabamba, el último refugio y reducto Inca.  Pero más sorprendentemente aun para Hiram Bingham, algo quizá insólito para un académico norteamericano, era el hecho de que aparentemente nadie sabía donde estaba Vilcabamba.  Sólo existían algunas especulaciones al respecto.  En el año 1911, Hiram Bingham organiza una expedición y regresa al Perú decidido a encontrar la ciudad perdida de Vilcabamba. 

El resto de la historia se conoce muy bien porque se ha escrito prolíficamente al respecto, especialmente este año en que se celebra el centenario de ese 24 de julio de 1911 en que Hiram Bingham rescata para la historia moderna el recinto de Machu Picchu.  Y la celebración es valida y necesaria porque Machu Picchu además de constituir un valioso tesoro arqueológico nacional se ha convertido también en un patrimonio de la humanidad; a la par con todos esos extraordinarios monumentos y lugares misteriosos y fascinantes que existen en diversas partes del mundo y con los que soñamos poder visitar alguna vez en la vida.

Pero también sabemos que Hiram Bingham se equivocó.  Definitivamente Hiram Bingham había encontrado una ciudad Inca, también perdida durante siglos, pero Machu Picchu no era Vilcabamba como afirmaba en sus escritos.  A ciencia cierta todavía no sabemos con precisión lo que Machu Picchu significó en el contexto de la historia de los Incas -aunque abundan las especulaciones al respecto.  Pero definitivamente no era la ciudad perdida de Vilcabamba.  Eso ha sido probado de manera irrefutable.

La ironía de la historia consiste en el hecho profundamente paradójico, y casi novelesco, de que Hiram Bingham había visitado Vilcabamba, llamada por los indígenas lugareños Espíritu Pampa, pero subestimó el lugar y no le dio demasiada importancia.  No es sino hasta décadas más tarde, en el transcurso de las cuales se llevaron a cabo diferentes expediciones y estudios por diversos investigadores en todo ese contorno arqueológico, en que finalmente se confirma que el lugar que los lugareños llamaban Espíritu Pampa era definitivamente Vilcabamba.

Y es hacia allí donde nos dirigimos.  Después que Hiram Bingham exploró por primera vez, en julio de 1911, las ruinas de Machu Picchu, en agosto de ese mismo año también exploró las ruinas de la fortaleza de Vitcos y las ruinas de Espíritu Pampa o Vilcabamba.  Hiram Bingham describió este viaje exploratorio en un breve tratado titulado “Vitcos, the last Inca capital”, publicado por la American Antiquarian Society en 1912.  Lo cual, por proceso de deducción lógica, significa que, al igual que Machu Picchu, este año marca también el centenario del rescate para la historia moderna del que fue el último recinto Inca: Vilcabamba.  

Debemos recordar que en el año 1537, después de haber sido proclamado Emperador de los Incas por los españoles, Manco Inca finalmente se subleva y asedia el Cuzco, pero es derrotado y entonces se refugia con sus huestes primero en la fortaleza de Vitcos Rosaspata y posteriormente en Hatun Wilca Pampa, hoy Espirítu Pampa o Vilcabamba. Vilcabamba se convierte de esta manera en el primer foco de la resistencia Inca contra los españoles.

Resistencia que se mantuvo, con intermitentes periodos de convivencia tolerada, hasta el año 1572 en que bajo el gobierno del Virrey Francisco Toledo, Vilcabamba fue finalmente saqueada y destruida por los españoles.  El último Inca de Vilcabamba Túpac Amaru, hijo menor de Manco Inca y nieto de Huayna Capac, fue capturado y decapitado en el Cuzco.  Los habitantes de Vilcabamba fueron trasladados a un nuevo asentamiento que los españoles bautizaron como San Francisco de la Victoria de Vilcabamba.  Y es así como Vilcabamba, la original, se perdió hasta 1911 en que Hiram Bingham, sin habérselo propuesto, volvió a rescatarla para la historia.

Si en Machu Picchu celebramos nuestra herencia arqueológica y la belleza y majestuosidad de todo ese entorno andino, en Vilcabamba se debe celebrar, con igual orgullo, ese aspecto del espíritu nacional, rebelde y heroico, que no claudicó y continuó resistiendo hasta las últimas consecuencias.  Porque es indudable que allí, en ese ultimo reducto Inca de Vilcabamba, en esa gesta olvidada que técnicamente fue una guerra de guerrillas –las primeras en el continente americano-, se plantaron las primeras semillas que inexorablemente germinarán a lo largo de todo ese lento proceso que eventualmente culminará, cerca de dos siglos y medio más tarde, en la proclamación de la independencia que celebramos cada 28 de julio.

Fuentes:
Kim MacQuarrie . “The last days of the Incas”.  Simon & Shuster. New York. 2007
Hiram Bingham. “Vitcos, the last Inca capital”. American Antiquarian Society. 1912

(*)  Director del Departamento de Lengua
St. Stephen’s School
Austin, Texas USA

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