Escribe:
Carlos Basombrío (*)
Las designaciones en el BCR, el MEF y varias otras indican que habrá una continuidad en el modelo económico de los últimos 10 años. A mí me parece bien. Significativo crecimiento económico, importante reducción de la pobreza e, incluso, si le creemos al GINI, menos desigualdad. Todo ello dando cuenta de un ciclo extraordinario que el Perú debe consolidar. Pero yo no voté por Ollanta (tampoco por Keiko), y no lo hice justamente porque Humala quería cambiar ese modelo económico.
La izquierda radical que acompañó a Humala y que pugna por cargos en el Estado sostuvo siempre que el origen de todos los males estaba en la implementación de un “modelo neoliberal” y que, si no se le cambiaba, nada podrían esperar los más pobres. La miel del poder los ha hecho “más reflexivos”. Pero el problema es que esto no fue lo que a los votantes de Humala, sobre todo a los de la primera vuelta, les ofrecieron. ¿Qué consecuencias tendrá este súbito viraje en el desencanto político y la conflictividad social en los próximos años?
La gran transformación se ha convertido en el anuncio de más y mejores programas sociales (“asistencialismo”, en código radical). Muy adecuado ampliar el programa Juntos, iniciar Pensión 65, entre otras medidas de este tipo. Ello en la medida en que es profundamente inmoral que haya todavía millones de peruanos que viven en extrema pobreza. Ahora bien, sería bien ingenuo creer que estos programas son la inclusión social.
Cerrar las brechas que hay en el Perú no pasa solo por asistir a los que están en situaciones inhumanas. Inclusión es garantizar igualdad de oportunidades de progresar para todos. Eso pasa por mejoras sustantivas en la calidad y el acceso a educación, salud, seguridad y justicia. En cada uno de esos campos se requiere hacer cambios profundos. Toledo y García se atrevieron poco, por lo que, ahora, un Estado cada vez más lleno de dinero sigue siendo, demasiadas veces, el paraíso de los corruptos y el reino de los incompetentes.
¿Entenderá Humala que esa es la verdadera transformación que el Perú necesita? ¿Se atreverá a sentar las bases de ese Estado moderno y justo que el Perú necesita?
¡POBRE INTERIOR!: ¿Qué habría pasado si Humala hubiese nombrado en el MEF a un absoluto desconocido que no sabe nada del tema? Pues, eso es lo que ha hecho en Interior. La irresponsabilidad con que se maneja la seguridad está pasando factura, y el mal gobierno del sector podría llevarnos al despeñadero. Encima, este nuevo ministro ha sido militar. Es que, pese a una extendida percepción en contrario, manejar la seguridad interna con criterios militares es una receta al desastre.
La izquierda radical que acompañó a Humala y que pugna por cargos en el Estado sostuvo siempre que el origen de todos los males estaba en la implementación de un “modelo neoliberal” y que, si no se le cambiaba, nada podrían esperar los más pobres. La miel del poder los ha hecho “más reflexivos”. Pero el problema es que esto no fue lo que a los votantes de Humala, sobre todo a los de la primera vuelta, les ofrecieron. ¿Qué consecuencias tendrá este súbito viraje en el desencanto político y la conflictividad social en los próximos años?
La gran transformación se ha convertido en el anuncio de más y mejores programas sociales (“asistencialismo”, en código radical). Muy adecuado ampliar el programa Juntos, iniciar Pensión 65, entre otras medidas de este tipo. Ello en la medida en que es profundamente inmoral que haya todavía millones de peruanos que viven en extrema pobreza. Ahora bien, sería bien ingenuo creer que estos programas son la inclusión social.
Cerrar las brechas que hay en el Perú no pasa solo por asistir a los que están en situaciones inhumanas. Inclusión es garantizar igualdad de oportunidades de progresar para todos. Eso pasa por mejoras sustantivas en la calidad y el acceso a educación, salud, seguridad y justicia. En cada uno de esos campos se requiere hacer cambios profundos. Toledo y García se atrevieron poco, por lo que, ahora, un Estado cada vez más lleno de dinero sigue siendo, demasiadas veces, el paraíso de los corruptos y el reino de los incompetentes.
¿Entenderá Humala que esa es la verdadera transformación que el Perú necesita? ¿Se atreverá a sentar las bases de ese Estado moderno y justo que el Perú necesita?
¡POBRE INTERIOR!: ¿Qué habría pasado si Humala hubiese nombrado en el MEF a un absoluto desconocido que no sabe nada del tema? Pues, eso es lo que ha hecho en Interior. La irresponsabilidad con que se maneja la seguridad está pasando factura, y el mal gobierno del sector podría llevarnos al despeñadero. Encima, este nuevo ministro ha sido militar. Es que, pese a una extendida percepción en contrario, manejar la seguridad interna con criterios militares es una receta al desastre.
(*) Analista polício y económico.
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