sábado, 30 de julio de 2011

OPINIÓN… Desigualdad de ingresos: ¿algo inevitable?

Escribe:
Jorge González Izquierdo (*)

La desigualdad en los ingresos de una sociedad es uno de los problemas graves que enfrenta una sociedad y un gobierno. En realidad, no hay sociedad alguna que tenga una distribución igualitaria de ingresos. Lo que se ha tratado de hacer es que la desigualdad no sea grande y disminuya a lo largo del tiempo.

Aquí en el Perú, el gobierno de Alan García presentó resultados mostrando que la desigualdad de ingresos en el país había disminuido. En efecto, según estimados de Ceplan el coeficiente Gini bajó de 0.454 a 0.420 en el ámbito rural y de 0.411 a 0.409 en el ámbito urbano entre el 2006 y el 2010. A nivel global, dicho coeficiente bajó de 0.52 a 0.46 entre el 2001 y el 2010.

En el mundo, la desigualdad de ingresos aumentó en los últimos veinticinco años. Según un último estudio de la OCDE, para los países conformantes de esa agrupación solo en cinco países disminuyó el coeficiente Gini mientras que en el resto aumentó. Esto nos dice claramente que en los países ricos practicantes de una economía de mercado la tendencia es a que se incremente la desigualdad, y no al revés.

¿Qué es lo que explicaría esa tendencia? Hay una cantidad de hipótesis al respecto, pero deseo enfatizar una en particular que considero que tendrá cada vez más relevancia para nosotros.

Esta tiene que ver con la formación de capital humano y su retribución. El mayor y diversificado crecimiento económico de los países, el impresionante desarrollo tecnológico y sobre todo el proceso de globalización en que estamos inmersos han provocado que la retribución a la mano de obra altamente capacitada sea grande y creciente en el tiempo. En tanto que la retribución a la mano de obra con baja o nula capacitación sea estable o declinante en el tiempo. Esto contribuye a ampliar la brecha entre los ricos y los pobres. Un último estudio realizado en EE.UU. por The Hamilton Project encontró que el pago por matrícula en universidades norteamericanas mostró una rentabilidad real de más del 15% en tanto que la rentabilidad de invertir en acciones fue de 7% y en edificaciones menos de 1%. Hoy se reconoce que la riqueza se produce más por el desarrollo de capital humano que por otro tipo de stocks como lo era en antaño. El caso de Bill Gates es un buen ejemplo.

El Perú es todavía una economía con relativo escaso nivel de desarrollo. Si, por ejemplo, deseamos exportar productos con mayor valor agregado, esto exigirá el uso de mano de obra cada vez más calificada dado que dichos bienes tendrán que ser intensivos en tecnología. De no darse esa formación exigida de capital humano, estaremos condenados a exportar materias primas.

Y así en otros ámbitos de la producción. Pero ello acrecentará la desigualdad de ingresos por un tiempo considerable.

Entonces, ¿qué hacer? Es cierto que será de utilidad utilizar sistemas impositivos verdaderamente progresivos; gasto social redistributivo de calidad; respeto a los derechos fundamentales de los trabajadores, como política de gobierno.

Pero esto no debe constituir el meollo del tratamiento. Si queremos reducir la desigualdad de ingresos en forma permanente debemos hacer dos cosas en lo fundamental: a) promover la inversión en capital humano y su universalización; y b) dejar que el mercado haga sentir sus efectos promoviendo la aparición de tecnologías que ahorren el uso de la mano de obra más cara. Tomará tiempo en conseguir resultados. Pero estos serán permanentes. De otra forma se caería en populismo barato.

(*) Economista
Catedrático de la Universidad del Pacífico.

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